en la presencia de nuestro Padre celestial.
Te invito a que leamos Salmo 16.7-9, mientras oramos que Dios nos de un espíritu de gozo, que nos permita estar siempre gozosas aun a pesar de nuestras circunstancias y estar organizadas y tener todo en orden y limpio, que se sienta el orden e higiene en nuestra casa y en nosotras mismas. Siempre estoy preocupada por eso.
¿Es usted feliz? Es posible que su respuesta dependa de lo que esté sucediendo en su vida en este momento. Si las cosas van bien, su salud es buena y se lleva bien con sus seres queridos, lo más seguro es que diga: “Sí, estoy contento”. El problema es que la felicidad es una emoción fugaz. Cuando las cosas cambian para mal, se escapa por la puerta, mientras que el gozo no.
Aunque a menudo se piensa que la felicidad y el gozo son sinónimos, en realidad son bastante diferentes. La felicidad es temporal porque se basa en nuestras circunstancias, mientras que el gozo puede ser un estado constante, algo que está presente sin importar lo que nos esté sucediendo. Esto se debe a que el gozo es el resultado de la presencia de Dios en nosotros. Es una condición interna que no se ve afectada por las dificultades de la vida.
David pudo decir que su corazón estaba alegre (Sal 16.9) porque había descubierto la clave para andar en un estado constante de gozo, a pesar de las adversidades. Y nosotros podemos hacer lo mismo. Al fijar nuestros ojos en nuestro Padre celestial (Jn 15.9-11), podemos tener paz y un corazón alegre pase lo que pase. Cuando pasamos tiempo con Él, experimentando su presencia y su bondad en nuestra vida, podremos andar cada día con su gozo incomparable en nuestro corazón.
Consultora Educativa, M. Ed.
Certificada en Mayordomia Financiera
Consejera Biblica Certificada
Master en Educacion con Post Grado en Docencia
y Maestria en Gestion y Gerencia Universitaria
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