Amadas hermanas y amigas, queridas lectoras, La Soberana Gracia de Nuestro Señor y Salvador
Jesucristo sea con sus vidas.
Estamos en esta semana celebrando desde el lunes, la Semana Mayor o Semana Santa en la Republica Dominicana, donde recordamos la Muerte y Resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Sabemos y me gozo en celebrar la Resurrección de Cristo, Nuestro Salvador. En el día de hoy, Viernes Santo, debemos recordar el sufrimiento de Cristo por nuestras vidas, por nuestra Salvación y para que tengamos Vida Eterna.
Jesucristo es paciente, misericordioso, Testigo Fiel, El que necesitamos fielmente para crecer emocional, espiritual y mentalmente. Nuestro Clamor es Jesucristo TE NECESITAMOS, Rey de Reyes y Señor de Señores.
Gracias Señor Jesucristo, sé que moriste por mí y por tus elegidos desde antes de la fundación del Mundo. Quiero ahora invitarte querida hermana y amiga a presentar tu causa delante de Cristo. Este es el tema de nuestro breve estudio.
Te invito a leer la siguiente cita Bíblica y luego orar en silencio, presentando tu causa delante de Cristo.
Y he aquí una mujer que había estado sufriendo de flujo de sangre por doce años, se le acerco por detrás y toco el borde de su manto, pues decía para si: si tan solo toco su manto, sanare. Mateo 9:18-22
Cuando miramos a esta porción de la palabra y el contexto donde se desarrolla este relato, vemos una mujer gentil, no judía. y va a Cristo porque tiene un gran problema, una enfermedad de la que había sufrido por doce largos años, ya se pueden imaginar todo el dolor, malestares, sufrimiento, hedor en ella por este quebranto y el rechazo de muchos, asimismo me puedo imaginar todos los recursos que ella pudo gastar para poder encontrar sanidad y no la encontró en ningún lugar.
Su sanidad la
encontró en Cristo solamente.
Ella tuvo que hacer tres cosas:
-Esfuerzo humanos (y un esfuerzo que lo hizo sola)
-Tener fe (sabía
que si tocaba el manto de Jesús seria sana)
-Atreverse a
lanzarse con su quebranto y adentrarse
en la multitud para
tocar a Jesús (se arriesgó)
Ella estaba sola, no vemos que estuviera acompañada por nadie, ella fue, tuvo valor y disposición, porque se decía Si tan solo tocara el borde de su manto, yo sanaría. ¿Y saben qué? Jesús lo sabía. Y ella fue sanada.
Este pasaje ha sido uno de mis favoritos, sé que cuando venimos delante del Señor en humildad y en fe, El puede obrar un milagro. A veces pasamos por situaciones en al que no contamos con el apoyo que requerimos, pero podemos hacer nuestro mejor esfuerzo, en levantarnos, vestirnos, aunque no tengamos fuerza, levantarnos en fe y venir a la presencia de Dios confiando en que Dios obrara.
No importa nuestra naturaleza, nacionalidad, clase social, grado o nivel de educación, situación económica, situación laboral, enfermedad, el lugar donde nos encontremos, todas podemos y tenemos la oportunidad de venir a Dios con la plena confianza de que Dios no nos rechazará, porque a Él no le importa más que nuestra alma y bienestar.
El dolor muchas veces nos acerca más a Dios, y muchas veces el propósito de Dios es ese, que nos acerquemos más a Él y el usa ciertas circunstancias para que crezcamos en El, para que le amemos con todo nuestro corazón y descansemos en El.
Dios, solamente Dios tiene el poder de hacer en nosotros lo que nosotros no podemos hacer, ni lo que otros pueden hacer por nosotros.
Dios puede escuchar nuestra suplica intercesora para obrar en la vida de otros, y en esa misma medida obrar en nuestras vidas. Solamente tenemos que tener fe.
Hasta la próxima entrega, donde publicaremos la segunda parte de este estudio.
Evelyn Calcaño Cepeda
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