Amadas hermanas y amigas, queridas lectoras. La Soberana Gracia de Nuestro Gran Dios y Señor Jesucristo sea con sus vidas.
A veces pasamos por situaciones en la que debemos
estar quietas y en silencio, y dejar que Dios obre. Nada hagamos por contiendas
o vanagloria. Te invito a que no hagamos ruido. Dios obra en el silencio.
El apóstol Pedro nos dice que Cristo predicó a los
espíritus encarcelados (1 P 3:19).
Aunque no sabemos cuándo fue eso, algunos consideran que Jesús descendió, ese
sábado santo, después de su muerte, a proclamar Su victoria a los espíritus
previamente condenados. Aunque existen otras interpretaciones sobre
esa declaración, el punto es que ese sábado, cuando parecía que nada estaba
ocurriendo, ¡con seguridad Dios estaba llevando a cabo Su propósito! Hay una batalla
espiritual que no vemos y que, aunque a veces la sentimos, no siempre es
evidente.
El silencio del sábado Santo, antes de
la resurrección, nos demuestra que Dios sí está obrando a pesar de que no lo
vemos, así como lo hizo ese sábado. Esto que acabo de mencionar es un ejemplo,
cuando se está llevando una batalla. Esto es un ejemplo que vemos en la Biblia.
En nuestras vidas, en algunos eventos o situaciones en algunas de las áreas de
nuestra vida donde presentamos batallas, también debemos orar y entender que lo
mejor es estar quietos, porque Dios obra en el silencio.
En este lado de la gloria, tenemos que caminar por fe y no
por vista. Así que, aceptemos lo que Jesús nos dijo respecto a
que Él y el Padre siempre están obrando (Jn
5:17). Podemos confiar en que, a pesar de que no
entendamos lo que atravesamos, a pesar de que el dolor sea insoportable, a
pesar de que todo parezca perdido, Dios no ha terminado de obrar en nuestras
vidas. No podemos poner un punto donde Dios pone una coma.
Cuando todo parezca perdido, sigue esperando Su
dirección. Nosotros solo vemos un poquito de la realidad, mientras Dios está viendo todo —desde
el principio hasta el fin— y tiene todo bajo Su control. Espera en Él con
tranquilidad, reconociendo que «para los que aman a Dios, todas las cosas
cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su
propósito» (Ro 8:28).
Aunque estemos pasando por alguna situación desesperante,
algo que no entendemos ni espiritual, ni emocional. Busquemos en La Palabra,
centrémonos en Dios, tengamos fe, resistamos firme, en el Nombre de Jesús.
¿Fuiste llamado conforme a Su propósito? Entonces
confía. Él es tu mejor aliado y lo mejor que pudiera ocurrirte es estar quieta,
esperando en Dios y dejando que el obre.
Evelin
Calcaño Cepeda
Master en Educación
Post Grado en Docencia
Certificada en Consejería Bíblica
Certificada en Mayordomía Bíblica
Comentarios
Publicar un comentario