Phil lo tenía todo. Era un ejecutivo destacado en una influyente empresa de ingeniería, y le pagaban generosamente después de ascender la escala corporativa. Estaba felizmente casado, era padre de tres hijos saludables y estaba conectado a su iglesia local.
Mientras revisaba las noticias en su
teléfono una noche, Phil descubrió que su compañía había sido acusada en una
demanda por un diseño defectuoso. El puesto ejecutivo de Phil y sus logros
anteriores no lo protegieron; fue despedido un mes después y luchó por
encontrar otro puesto que coincidiera con lo que había sido el trabajo de sus
sueños.
Dean tenía la misma edad que Phil, era
padre de tres niños y estaba increíblemente en forma para un hombre de mediana
edad. Siempre estuvo sano y un paso por delante de sus hijos, por lo que fue
fácil para él detectar la disfunción física menor que estaba experimentando
ahora. No fue menor por mucho tiempo. Después de una serie de pruebas, Dean fue
diagnosticado con una enfermedad neurológica progresiva que resultaría en una
discapacidad permanente.
Hay veces que no vivimos nuestra vida,
pero nuestra vida nos vive a nosotros. Muchos de nosotros nos dejamos llevar
por nuestras relaciones, situaciones, responsabilidades, oportunidades y actividades
sin detenernos a mirar, escuchar y considerar. Grandes períodos de tiempo
pueden pasar prácticamente desapercibidos.
Y luego pasa algo. Las personas que
estudian estas cosas las llaman “eventos desencadenantes”. Un evento
desencadenante nos obliga a detenernos, abrir los ojos y mirar a nuestro
alrededor con una nueva conciencia.
Por favor, presta mucha atención a lo
que vas a leer: la batalla espiritual en tiempos de sufrimiento se gana
o se pierde fundamentalmente en la forma en que interpretamos las cosas que
estamos sufriendo ahora, no por el sufrimiento en sí.
De hecho, es aún más poderoso que eso:
nuestras interpretaciones realmente determinan lo que vemos y cómo lo vemos.
Como pecadores, el problema con nuestra interpretación es que tiende a ser
estrecha y selectiva. El pecado no solo afecta lo que hacemos; también afecta
lo que pensamos y cómo vemos.
Phil no podía creer que un buen Dios
permitiría que esto le sucediera. Después de años de obedecer a Dios, ¿esto es
lo que obtuvo? Sentía que le habían quitado todo por lo que había trabajado.
¿Cómo podría competir con tipos de la
mitad de su edad que requerirían la mitad de su salario? Vio la vida como
injusta y a Dios distante e indiferente. Amargado y cínico, Phil comenzó a
aislarse de su familia; también abandonó su fe.
Es comprensible que Dean se sintiera muy
desanimado por tener una discapacidad a una edad tan temprana. Había perdido
sus capacidades físicas tan temprano en la vida que no podía imaginar lo que le
traerían los años venideros. El dolor del día a día no era tan debilitante como
el miedo a lo desconocido.
Sí, Dean luchó con la duda, la envidia y
el miedo, pero estaba firme en su creencia de que Dios es bueno. Fue lo
suficientemente humilde para recordar que no merecía nada de lo que el Señor le
había quitado. También se dio cuenta de que todos los días seguía recibiendo de
la mano de su Salvador todo lo que necesitaba para la vida y la piedad.
¿Cómo respondes a la pérdida? El
sufrimiento revelará los deseos dominantes de nuestro corazón y expondrá por
qué hemos estado viviendo y dónde hemos tratado de encontrar significado y
propósito. La muerte de nuestros sueños tiene el poder de descubrir la brecha
importante entre nuestra teología confesional y la teología funcional que todos
tenemos.
¡Que Dios exponga los deseos más
profundos de nuestro corazón para que cuando veamos quiénes somos y lo que
realmente queremos, tengamos más hambre de Él!
“Amados hermanos, cuando tengan que
enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para
alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la
fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen
que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente,
serán perfectos y completos, y no les faltará nada”. (Santiago 1:2-4, NTV)
PREGUNTAS
PARA REFLEXIONAR
1. Reflexiona sobre cómo manejaste una
pérdida reciente.
2. ¿Cuál fue tu reacción instintiva
inmediata a la pérdida? ¿A través de qué lente interpretativo estabas mirando?
¿Qué te dijiste acerca de Dios, de ti mismo, de los demás y de lo que perdiste?
3. ¿Aumentó tu dolor por tener la
interpretación incorrecta? En otras palabras, ¿empeoró tu sufrimiento debido a
lo que estabas creyendo?
4. Vuelve a leer Santiago 1:2-4. ¿Cómo
desarrollaste firmeza en este sufrimiento? ¿Qué ganaste con esta pérdida?
5. ¿A quién conoces que esté en medio de
algún sufrimiento y pérdida? ¿Cómo puedes acompañarlos, encarnar el amor de
Cristo y aliviar su sufrimiento de una manera práctica?
6. ¿A quién conoces que esté sufriendo y
pasando por una pérdida? ¿Cómo puedes protegerlos de que se preocupen por sus
propios problemas al decirle la verdad del Evangelio en su situación?
Traducido y publicado con permiso
de Paul Tripp Ministries.
Amadas lectoras y amigas, te animo a no desalentarte, a tener fe en medio de las perdidas. Levántate, anímate, ora, persevera, busca aliento en Dios y Su Palabra, no dejes de congregarte. Mantente firma y enfocada en Dios, en cumplir tus responsabilidades, en mantener todo en orden.
Animo.
Gracia y Paz
Consejera Bíblica Certificada
Certificada en Teología Universidad FLET
Master en Docencia y Gerencia Universitaria
Certificada en Metodología de la Investigación
Escritora y Editora de Libros Cristianos para Mujeres y
Libros Educativos
Directora Ejecutiva Fundación Viviendo por Principios y Fe
República Dominicana
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