Mi parte favorita de
la Navidad es primero acerca de Jesús, luego la familia, tanto la nuestra
como las familias de aquellos que son cercanos y queridos para nosotros.
Todos tenemos una
historia navideña favorita, las que simplemente se te vienen a la mente
cuando piensas en "Navidad".
Siempre cuando vivían
mis padres teníamos como costumbre tener varios encuentros juntos como
familia, cenar juntos, orar juntos y hacer limpieza general en nuestra casa
juntos. Poner el árbol de Navidad. La Navidad es mi época favorita. Ahora
no tengo a mis padres conmigo, porque partieron a presencia de Dios, pero
cuento con el Trino Dios, mi Dios Padre, El Consolador y Admirable
Consejero y mi Salvador, mi hermano, El Señor Jesucristo. EL Trino Dios es mi refugio, baluarte, guía, fortaleza.
Ruego que usted, su
familia y sus amigos puedan tener y crear muchos recuerdos nuevos y
maravillosos juntos en esta temporada cuando nos reunimos para celebrar el
nacimiento de Jesús.
A propósito de
Jesucristo quiero declarar que Jesucristo es el Señor. Debemos recordarlo
de manera especial en estas Navidades. Veamos lo siguiente:
Jesucristo es el Señor
Algunas
personas piensan que solo están bajo la autoridad de Cristo quienes afirman
que Él es su Rey. Leamos Romanos 14.7-12
Ya sea que
vivamos o muramos, lo hacemos para Cristo (Ro
14.8). Eso es lo que se quiere decir cuando hablamos de
su señorío. Y como creyentes, reconocemos que la única manera segura de
vivir es en obediencia a Él. Nos inclinamos ante Él, no con temor o
aprensión, sino con gratitud y adoración.
Algunas
personas piensan que solo están bajo la autoridad de Cristo quienes afirman
que Él es su Rey. Pero la verdad es que Él reina sobre todo el universo.
Hoy en día, pocas personas se someten al Señor, pues la mayoría quieren
controlar sus destinos, sin darse cuenta de que su próximo aliento viene de
Él.
Pero el
reinado supremo del Señor nunca puede ser frustrado, y a pesar de la
resistencia actual, llegará un día en que toda rodilla se doblará y toda
lengua lo alabará (Ro
14.11). En ese momento, toda disidencia será silenciada
ante el Señor, quien “juzgará a los vivos y a los muertos” (2
Ti 4.1).
Muchos
esperarán hasta que se vean obligados a arrodillarse en homenaje al Señor;
por desgracia, enfrentarán un duro futuro. El momento de doblar la rodilla
ante Cristo es ahora, cuando podemos hacerlo por nuestra propia voluntad.
¡Y qué bendiciones les esperan a quienes deciden seguir a Cristo! Él es un
Maestro clemente y amoroso, que nos ha limpiado del pecado y prometido
hacernos herederos con Él en su reino.
Que Cristo
nazca en cada corazón en estas navidades y que Dios ilumine sus vidas.
Evelin Calcaño Cepeda
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