Amadas hermanas y amigas, queridas lectoras. La Soberana Gracia de
Nuestro Señor Jesucristo sea con sus vidas.
Estaré publicando sobre tema “Enfrentando El Enojo”, es decir, La Ira.
Debo reconocer a varios autores consultados que podremos ver en Las Fuentes
Bibliográficas al final de nuestro estudio, pero sobre todo debo reconocer la mejor fuente LAS SAGRADAS
ESCRITURAS, La Biblia y la unción y guía del Espíritu Santo para escribir este
estudio y publicarlo, para edificación de nuestras almas. Este tema fue también
publicado en Coalición por el Evangelio, que en algunas ocasiones lo veo como
consulta.
La Escritura nos cuenta que la ira santa de Dios se
manifestó sobre el pueblo de Israel a causa de su pecado y que permanece sobre
los incrédulos según vemos en el mensaje del evangelio (p.ej., Sal
106:29; Jn 3:36).
Sabemos que la
ira de Dios es motivada por Su amor y que Él no peca
al enojarse ante la maldad y el pecado.
Por otro lado, Pablo era consciente de que los
cristianos podemos perder el control y pecar cuando nos enojamos, pero que aun
así hay razones legítimas para enojarse y que no implican un pecado. Por eso
escribió: «Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo» (Ef 4:26).
¿Cómo podemos entender esta frase y algunas de sus
implicaciones?
El texto en su
contexto
En la primera parte del versículo, Pablo cita un texto
de la Septuaginta:
«Tiemblen, y no pequen; / Mediten en su corazón sobre su lecho, y callen» (Sal
4:4).
Este verso forma parte de un salmo de clamor, cuyo propósito principal es pedir
al Señor liberación de una angustia abrumadora.1
En este Salmo, los traductores de varias versiones en
español usan el término tiemblen (p. ej., NBLA, RV60). Esta
palabra describe un significado concesivo más intenso por el contexto en el que
aparece y que conlleva la idea de estar encolerizado o irritarse
mucho a causa de la deshonra que el salmista experimentaba por parte
de sus detractores (4:2).2 Por
eso leemos en versiones como la NVI la siguiente traducción dinámica: «Si se
enojan, no pequen» (4:4).
Lo interesante de esto es que el salmista llama al
lector a acercarse de una manera honrosa a Dios en medio del furor, en lugar de
tener comportamientos pecaminosos: «Mediten en su corazón sobre su
lecho, y callen. (Selah) / Ofrezcan
sacrificios de justicia, Y confíen en el SEÑOR» (vv.
4b-5, énfasis añadido).
Quiero invitarles a orar un momento en silencio, con
reverencia y con honra, con humildad y con gran fe. Pidamos a Dios la gracia
para permanecer firme, para suplicar una doble porción del Espíritu Santo sobre
nuestras vidas, control, dominio propio y un espíritu afable y apacible que es
de grande estima delante de Dios. Dando gracias a Dios, obrando con justicia.
En el Nombre de Cristo Jesús, Nuestro Salvador.
Su hermana y amiga,
Evelin Calcaño Cepeda
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