El egoísmo es lo
contrario del verdadero amor, ya que el verdadero amor nos hace salir de
nosotros mismos y nos hace darnos a lo que amamos transformándonos en algo
amado, en cambio el egoísmo nos tiene como centro de todas las cosas a nosotros
mismos y hacemos que todo convenga para lo que nosotros queremos, por eso el
egoísta no se sale de sí mismo, sino que todo lo que haga será buscando su
propio interés. El mejor ejemplo del verdadero amor contrario al egoísmo es el
de Jesucristo que dio su vida por nuestro rescate sin sacar El ninguna ventaja,
solo buscando nuestro bien. Y también puedes tomar los ejemplos de los santos
que por amor a Dios se olvidaron de su bien terrenal y se dieron por completo
en el bien del prójimo, pero por amor a Dios, es decir, el orden que Jesús
enseñó cuando el fariseo le preguntó cuál era el primero y principal de los
mandamientos.
En otro pasaje cuando Jesús dice
aquello de que quien ama su vida la perderá y quien odia su vida, por amor a
Mi, la salvará, justamente se refiere al verdadero amor y al egoísta que
hace que nos amemos de modo desordenado o sea más que a Dios y ese amor
desordenado de nosotros mismo nos llevará a perder la vida que es la vida
eterna y a no amar a los demás y a no tratar a los demás como superiores a
nosotros mismos.
A continuación, les copio algo que
tomé de la página web que se llama “El Sembrador”, El Sr. Fulton Sheen describe como somos en realidad y
lo que nuestro egoísmo nos hace creer que somos.
Veamos a continuación lo
interesante del Ego y la diferencia del Yo:
El «Ego» y el «Yo»
“El extraño caso del Dr. Jekylly de
Míster Hyde” es la historia de todo hombre nacido de mujer, porque dentro de
cada uno de nosotros viven dos de nosotros mismos: el “Ego” y el “Yo”; el que
aparece exteriormente y el que es; el hombre que trata con otros hombres y el
hombre desconocido para todos los demás.
El ego es lo que pensamos que
somos; el yo es lo que, en realidad, somos.
El ego es el niño consentido:
egoísta, petulante, alborotador y mimado, el origen de nuestros errores en la
vida. ¡El yo es nuestra personalidad hecha a imagen y semejanza de Dios!
Las vidas de nuestros dos nosotros
mismos no pueden ser vividas simultáneamente. Si pretendemos e intentamos
hacerlo, sufriremos remordimientos, ansiedades y descontento interno. Si la
verdadera libertad se ha de hallar dentro de nosotros mismos, el ego debe ceder
al nacimiento de nuestra propia personalidad. Pero es un compañero tan
familiarizado, para algunas personas, que no puede ser fácilmente dejado de
lado, y no hay provecho ninguno en decirles que el superficial ego no tiene
lugar legítimo en su interior. Lo mismo que la capa de arcilla de las
fundiciones, el falso ego debe ser arrancado, separado y arrojado, y es éste un
proceso que implica desasimiento, dolor, y que causa cierta indignación.
Cuando el ego domina nuestra vida,
vituperamos pequeñas faltas en los demás y excusamos grandes errores en
nosotros mismos; vemos la paja en el ojo ajeno e ignoramos la viga en el
nuestro. Veamos: Lucas 6:41-42, vemos que somos injustos con los demás y
negamos que haya falta en nuestra actitud; otros hacen lo mismo con nosotros y
decimos que debieran conocer mejor las cosas. Odiamos a otros seres y a ese
odio lo calificamos de “celo”; halagamos a otras personas teniendo en cuenta lo
que pueden hacer en nuestro favor, y a esto lo llamamos “amor”; les mentimos, y
esas mentiras las justificamos denominándolas “tacto”. Somos remisos, que
quiere decir que ponemos poca voluntad o disposición en hacer una cosa, para
defender en público los derechos de Dios, y a eso lo calificamos como
“prudencia”; procediendo egoistamente hacemos a un lado a otros seres, y esa
actitud es ante nuestros ojos “procurar nuestros justos derechos”; somos
severos críticos de los demás y decimos que “enfrentamos valientemente los
hechos”; nos rehusamos a abandonar nuestra vida de pecado, y a cualquiera que
así procede lo tildamos de “escapista”. Nos cuidamos excesivamente y decimos
“cuidar la salud”; juntamos más riquezas de las que son necesarias para nuestra
situación en la vida y decimos procurar la “seguridad”; nos causa disgusto la
riquezas de los demás y nos vanagloriamos de ser “defensores de los
sumergidos”; negamos inviolables principios de justicias, nos aseguramos con
toda firmeza en el aire y decimos ser “liberales”. Empezamos nuestras frases
con el pronombre “Yo”, y condenamos a otras personas como inaguantables, porque
desean hablar acerca de sí mismas, siendo así que nosotros deseamos hablar
acerca de nosotros; arruinamos la vida familiar por medio del divorcio, y
decimos que nos es preciso “vivir nuestra vida”; creemos ser virtuosos...simplemente
porque hemos encontrado a alguna otra persona más juiciosa, supuestamente, que
al final puede resultar viciosa.
Estamos viviendo tiempos difíciles,
de ciertas limitaciones y en estado de pandemia. Oremos, sirvamos, pensemos en
los demás, sirvamos a los demás, que Nuestro Padre Dios y Nuestro Salvador el
Señor Jesucristo sean el centro de nuestras vidas. No importa las
circunstancias que estemos pasando, oremos y sirvamos. Pidamos a Dios Sabiduría
y ese espíritu de amor por los demás. Oremos para que Dios quite de nosotros y
erradique toda actitud de egoísmo.
Evelyn Calcaño
Cepeda
Consultora
Educativa, M. Ed.
Master en
Gerencia Educativa Universitaria
Consejera
Bíblica Certificada
Miembro del
Equipo
FUNDACIÓN VIVIENDO
POR PRINCIPIOS Y FE
Santo Domingo,
República Dominicana
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