Este breve devocional es tomado de Ministerios en Contacto, con algunas ideas y comentarios de la Autora de este Blog, Evelyn Calcaño Cepeda. Recibo estos devocionales diariamente y he querido compartir este con ustedes, luego de confirmar que era la voluntad de Dios que lo compartiera en mi pagina. Espero que les sea de gran bendición.
Para iniciar nuestro tema, tomemos un tiempo de quietud, oremos y luego abramos nuestras Biblias en Efesios 1:9-14, por favor leer detenidamente y tomemos nota de algunas ideas de la Biblia y este tema.
¿Sabía usted que es heredero de una riqueza inimaginable que nunca se
desvanecerá? Si es creyente, Dios le tiene una herencia reservada en el cielo.
De hecho, Él dice que ya se le ha dado (v. 11). Su derecho a esta fortuna no se
basa en nada de lo que usted ha hecho, sino en quién es. Si usted pertenece a
Cristo, ella le pertenece y le será revelada en el tiempo postrero (1 P 1.4,
5).
Nadie puede quitarnos nuestra herencia, porque Dios la ha garantizado al
sellarnos con su Espíritu Santo de la promesa. La operación ha concluido, y
solamente espera la consumación final cuando todo estará bajo el dominio de
Cristo. Este sello demuestra su propiedad y autoridad sobre nosotros, y un día
llegará nuestra plena redención.
Un aparte para mencionar algunas ideas de nuestro presente: No importa
lo que pasemos, las circunstancias por las que estemos pasando, por esta
pandemia que nos ha tocado vivir y las limitaciones que hemos estado teniendo. He
publicado un tema sobre el refugio en el hogar, refugiémonos en nuestro hogar, refugiémonos
en el Señor, Jehová de los Ejércitos y sembremos para la eternidad. Aun si no tenemos un hogar propio, y vienes y recursos para mantener una vida digna y tener calidad de vida, pensemos en nuestra morada eterna. Dios tiene un hogar precioso para nosotras en la eternidad.
Continuando con
nuestro tema de la herencia en los cielos; todos queremos saber lo que vamos a
heredar. Gran parte de la herencia está más allá de nuestra comprensión
limitada, pero la Biblia nos da algunas pistas. Una parte implicará la
transformación de nuestro cuerpo y alma. El objetivo para el cual Dios nos
predestinó se realizará cuando estemos de pie delante de Él, conformados a la
imagen de su Hijo (Ro 8:29; 1 Jn 3:2).
Y estos cuerpos débiles y perecederos se transformarán en cuerpos poderosos y
gloriosos que estarán libres del pecado y de la muerte (Fil 3.20, 21).
¿Por qué ha
hecho el Señor todo esto para nosotros? Para poder mostrarnos por toda la
eternidad “las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros
en Cristo Jesús” (Ef 2:7). Por amor y gratitud a esa bondad tan sorprendente,
dediquemos cada día de nuestras vidas a vivir para Él.
Reorganicemos nuestra vida, vivamos para Dios, que Él
sea lo primero en nuestras vidas. Compartamos el evangelio de Dios, sirvamos al
prójimo, dejemos de estar centrados en nosotros mismos y pensemos, meditemos en
la Gloria Venidera y nuestra vida por la Eternidad.
Evelyn Calcaño Cepeda /Consultora Educativa, M. Ed.
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