Amadas hermanas y amigas, queridas lectoras. La Soberana Gracia de Dios sea con sus vidas.
Es muy difícil orar por nuestros enemigos y servirles, es muy difícil ayudar y dar a nuestros enemigos, pero en El Señor todo es posible, pedir Su Gracia, amor, misericordia, bondad y andar en los Frutos del Espíritu es lo mejor, llenarnos de La Palabra de Dios.
Hacer el
bien, poner distanciamiento social a nuestros enemigos hasta que pueda cesar el
abuso y la maldad, hasta que pase la agresión. Hay principios que apoyan no pagar a nuestros enemigos dinero, si mantener acuerdos de distanciamiento social. Esto es en lo personal. Ya en cuanto a guerra institucional o de paises, se toman en cuenta estos principios pero también otros de mayor envergadura.
Quiero invitarte
en este estudio a perdonar, a pedir perdón y tomarte n tiempo con
distanciamiento social de los agresores, si tienes que hacer una mudanza
hacerla. Con tu pareja hacer las paces y mostrar amor, también con todos tus
familiares.
Te animo
a leer cada cita Bíblica de este estudio
En
varios pasajes de la Biblia se nos ordena orar por nuestros enemigos (Lucas
6:27, 35; Romanos 12:20). El más conocido es el pasaje del Sermón del Monte de
Jesús. En Mateo 5:43-45, Jesús dijo: "Oísteis que fue dicho: Amarás a tu
prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos". Es evidente que Jesús espera que oremos por nuestros
enemigos, pero ¿cómo lo hacemos?
Nuestra primera respuesta a esa pregunta probablemente no sea la correcta.
Cuando alguien nos hace daño, ¡nos gustaría orar para que le caiga una desgracia!
Podemos ser tentados a orar los salmos imprecatorios y desear sentarnos para
ver a Dios vengarse de los malhechores, como hizo Jonás fuera de Nínive. Pero
eso no es lo que Jesús quería decir cuando oraba por nuestros enemigos. Él
tenía algo mejor en mente que nos beneficiará tanto a nosotros como a nuestros
enemigos.
Cuando alguien se propone hacernos daño, nuestra reacción natural es
protegernos y contraatacar. Si murmuran de nosotros, nosotros murmuraremos de
ellos. Si han dicho mentiras sobre nosotros, nosotros mentiremos sobre ellos.
Ellos arruinaron nuestra reputación; nosotros también arruinaremos la de ellos.
Sin embargo, Jesús nos llama a un estándar más alto. Él demostró ese estándar
al no tomar represalias cuando alguien lo perjudicaba. Y le hicieron mucho
daño. Su propio pueblo rechazó Su mensaje (Juan 1:11). Los líderes religiosos
se burlaron y trataron de ponerle una trampa (Juan 8:6). Su propia familia se
avergonzó de Él intentando que dejara de predicar (Marcos 3:21). Sus amigos le
abandonaron en su peor momento (Marcos 14:50), y la ciudad que había gritado
"¡Hosanna!" cuando Él llegó al pueblo, gritó
"¡Crucifícale!" unos días después (Marcos 15:13). Así pues, Jesús
tenía enemigos y, cuando dijo que oráramos por nuestros enemigos, sabía de lo
que hablaba.
Jesús nos dio un ejemplo perfecto de cómo orar por nuestros enemigos cuando
estaba siendo clavado en una cruz. En medio de Su propia agonía, gritó:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).
Habló con Su Padre sobre las personas que le hacían daño. No pidió su
destrucción; no oró por venganza. Oró para que fueran perdonados. Jesús tuvo
compasión de las personas engañadas que creían que estaban haciendo lo correcto
al matar al Hijo de Dios. No tenían ni idea de lo que realmente estaba
ocurriendo. No tenían ni idea de lo equivocados que estaban. Cuando Jesús dijo:
"No saben lo que hacen", aludió a un factor importante a tener en
cuenta cuando oramos por nuestros enemigos.
Los enemigos por los que oramos nos hieren desde su propio mundo de dolor. Su
pensamiento puede estar influenciado por el maligno, el diablo (2 Corintios
4:4). Sus actitudes podrían haber sido moldeadas por heridas pasadas (Jueces
15:7). Sus acciones pueden haber sido manipuladas por las influencias de sus
amigos (2 Reyes 12:13-14). Nada de esto excusa su comportamiento ni minimiza el
daño que causan, aunque ayuda a explicar el porqué del asunto. La gente hace lo
que hace por sus propias razones. Puede que no sean razones válidas, no
obstante, se parecen a aquellos que las tienen. Entonces, ¿cómo orar por
aquellos que nos han hecho daño y nunca han tratado de enmendarlo?
1. Podemos orar para que Dios "alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis" sobre la verdad (Efesios 1:18). Cuando los
enemigos se ponen en contra de nosotros, les falta entendimiento. Están
reaccionando según la carne y no según el Espíritu. Podemos orar para que Dios
abra sus corazones con entendimiento para que aprendan de sus errores y crezcan
en sabiduría.
2. Al orar por nuestros enemigos, podemos orar por su arrepentimiento. Segunda
Timoteo 2:25 dice que "con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si
quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad". Es Dios
quien ablanda los corazones para que se arrepientan. Cuando oramos para que
nuestros enemigos se arrepientan, sabemos que estamos orando de acuerdo con la
voluntad de Dios puesto que Él también desea su arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
3. Cuando oramos por nuestros enemigos, podemos pedir que nuestros corazones
permanezcan sensibles y sean útiles si el Señor quiere usarnos para cumplir Su
plan en la vida de nuestros enemigos. "La blanda respuesta quita la ira; más
la palabra áspera hace subir el furor" (Proverbios 15:1). Cuando
devolvemos ira por ira, mal por mal, nos ponemos al mismo nivel que nuestro
enemigo. Pero cuando respondemos con amabilidad, gentileza y misericordia, la
situación suele disiparse en cuestión de minutos. No hay nada más convincente
que una respuesta amable a una acción odiosa y grosera. En eso consiste poner
la otra mejilla (véase Mateo 5:39). El maligno, Satanás desea la discordia, así
que intenta avivar nuestra furia y nos entrena para que respondamos con la
misma moneda. Debemos orar para que Dios mantenga nuestros corazones sensibles
hacia los ofensores para que Su bondad se revele a ellos a través de nosotros.
4. Al orar por nuestros enemigos, podemos orar para que Dios obre en sus vidas
por causa de esta ofensa para lograr Sus propósitos. Jesús nos enseñó a orar:
"Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra" (Mateo 6:10). Siempre es correcto pedir que se haga la voluntad de
Dios en cualquier situación. Debemos orar hasta que deseemos lo que Él quiere.
Si Él quiere bendecir a nuestro enemigo, eso también lo desearemos. Si Él
quiere que sirvamos a nuestro enemigo de alguna manera, entonces eso es lo que
deseamos.
La
oración es la alineación de nuestras voluntades con la de Dios; cuando oramos
por nuestros enemigos, necesitamos luchar con nuestras emociones hasta que
realmente queramos lo mejor de Dios en sus vidas.
Orar por nuestros enemigos no es una respuesta natural a su maltrato. Pero
recordemos que nosotros mismos fuimos una vez enemigos de Dios, y que ahora
somos Sus hijos. Ahora podemos interceder por otros que aún están lejos
(Colosenses 1:21). Al hacerlo, mantenemos nuestros propios corazones libres de
amargura (Hebreos 12:15). Al orar por nuestros enemigos, nos asemejamos más a
Cristo, y nos mantenemos en armonía con la voluntad de Dios, que es la forma en
que todo ser humano fue diseñado para vivir.
Pido la
Gracia de Dios para poder llevar a cabo este mandato ante nuestras grandes
necesidades y conflictos con nuestros enemigos y personas adversas.
Evelin Calcaño Cepeda
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