“Pero gran ganancia es la piedad acompañada
de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada
podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con
esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas
codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”.
Unos de los principios básicos que nos
enseña la Palabra de Dios es que “donde este tu tesoro ahí estará tu corazón”.
Cuando hablamos de tesoros no solamente hablamos de dinero sino de todo aquello
que amamos grandemente y tiene prioridad en mi vida.
El amor al dinero y a los bienes materiales
nos impide priorizar aquellas cosas y valores que permanecen.
Cuando amamos a tales cosas nos estamos
extraviando de la fe y desvalorizamos lo que verdaderamente necesitamos amar y
conservar.
Amar y luchar por lo que verdaderamente
vale la pena es una cualidad necesaria para todo aquel que quiera vivir en
santidad.
Alguien Dijo:
“Con dinero se compra el Placer, pero no el
Amor, Con dinero se compra el espectáculo, pero no la Alegría, Con dinero se
compra un Esclavo, pero no un Amigo, Con dinero se compra una Mujer, pero
no una Esposa, Con dinero se compra una Casa, pero no un hogar, Con
dinero se compran Alimentos, pero no el Apetito, Con dinero se compran
Medicinas, pero no la Salud, Con dinero se compran Diplomas, pero no la
Cultura, Con dinero se compran Libros, pero no la Inteligencia, Con dinero se
compran Escuelas, pero no la Educación, Con dinero se compran
Tranquilizantes, pero no la Paz, Con dinero se compra la
Indulgencia, pero no el Perdón, Con dinero se compra la Tierra, pero no
el Cielo”.
Las bendiciones espirituales no se compran,
se obtienen a medida que nos esforzamos y agradamos a Dios.
Las riquezas espirituales se obtienes por
el resultado del sacrificio nuestro en una vida consagrada y dedicada al
servicio a Dios y a los demás.
III. Un
Hombre y Una Mujer Conforme a la Piedad Pelea y enseña a Pelear la buena
Batalla de la Fe. (Vv.11-12).
“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas
cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la
mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la
cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de
muchos testigos”.
La vida cristiana es carrera no de
velocidad, es más bien una carrera de resistencia y la gana todo aquel que haya
sabido invertir correctamente el potencial que Dios le ha dado para vencer los
gigantes de la vida porque todos tenemos gigantes que vencer. ¿Cuáles son estos
gigantes?
El desanimo- la envidia- la hipocresía-la
falsedad-el amor al dinero- la soberbia- la falta de amor- la imprudencia y
otros…
¿Cómo se pelea la buena batalla de la FE?
Se pelea la buena batalla de la fe huyendo
de lo que pueda manchar nuestra vida.
Se pelea la buena batalla de la fe
recordando que existen testigos. Testigos que tienen que ver en nosotros el
reflejo de Dios. Muchos nos están viendo, pero sobretodo Dios.
Se pelea la buena batalla de la fe usando
las herramientas correctas en los momentos correctos en nuestras luchas
diarias.
Se pelea la buena batalla de la fe cuando
vivimos con una perspectiva eterna. Cuando estamos conscientes de que todo lo
que hagamos aquí en la tierra tendrá eco en la eternidad.
Conclusión:
Cuan importantes es ser hombres y mujeres
que podamos vivir conforme a la piedad, amando a Dios y a todo lo que viene de
Dios, a todo lo santo de Dios. Piedad es seguir la meta estimando como pérdida
aquellas cosas que no nos gustan, pero que debemos sacrificarlas por amor a
Dios, por amor a Cristo, por amor a mi hermano. De manera que podamos vivir
afirmados a la doctrina y a la Palabra de Dios que es nuestra regla de fe
practica y a nuestra conducta, que podamos contentarnos con lo que Dios provee
cada día y tomarlo como una grata bendición de lo alto y finalmente que podamos
vivir esta gran carrera triunfando de fe en fe, sabiendo que vivir conforme a
la piedad es un principio importante para vivir un estilo de vida que agrade a
Dios.
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