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El Perdón y la Amargura

 





Categoría:  Consejería Bíblica

Amadas hermanas y amigas, hablar del perdón no me gusta mucho, pienso que es un tema que se toca siempre en la mayoría de las conferencias de mujeres y muy constantemente en diferentes espacios, pero he aprendido que es un tema que como se toca en Consejería constantemente también,  me pongo a favor de que es un tema para estar revisando constantemente.

Es un tema para revisar diariamente, semanalmente, mensualmente, anualmente y hacer una limpieza de nuestras relaciones y nuestros corazones. 

Veamos este estudio que tome en gran parte de un escrito de las clases de Consejería.


Introducción

Uno de los preceptos o mandatos bíblicos más demandantes en la vida de un creyente es el de perdonar y no dejar que en el corazón surja raíz de amargura. Las Escrituras no esconden el grado de dificultad y la exigencia de esta virtud. Los discípulos al ser expuestos a la enseñanza de Jesús en Lucas 17:5, sobre perdonar siempre y sin rencores o resentimiento a su hermano, el Apóstol Pedro preguntó: ¿Maestro cuantas veces debo perdonar a mi hermano? ¿Siete veces? Un número determinado, un punto de inflexión o límite para perdonar a los que nos ofenden o pecan contra nosotros, quizás, esperaba escuchar que el maestro le diría: Oye Pedro, la tercera es la vencida, sin embargo, la respuesta de Jesús no solo amplio el número, pues, podría pensar una persona al hacer una mala interpretación del texto que, después del número que resulta al multiplicar 7 por 70, que es 490, cumplió con su deber. También rompió con los estándares y hasta en un cierto modo uso la exageración al establecer que el énfasis del texto consiste en que no importa la cantidad de veces que venga tu hermano a pedir perdón. La cantidad de veces que venga tu hermano a pedir perdón es la misma cantidad de veces que debes perdonarlo.

¡Guau! ¡Qué sublime y exigente! Nótese que Jesús no le dice a Pedro: Mira Pedro tienes que hacerle primero un examen de conciencia para asegurarte de que el hermano verdaderamente siente contrición o arrepentimiento. Para que estés más seguro somételo a un detector de mentiras y así estarás tranquilo sabiendo que no fue un arrepentimiento espurio sino verdadero. ¡No! ¡Nada de eso! Si un hermano peca contra ti siete veces en un día, tal vez cometiendo la misma falta una y otra vez, es posible que no haya mostrado un arrepentimiento verdadero, pero, la enseñanza de Jesucristo está fundamentada en aquel que es creyente, que quiere mostrar. el carácter de Cristo en su vida practicando el perdón siempre. Esto es una tarea difícil, incluso para ti que en este momento estás leyendo este artículo. Quizás estés lidiando con falta de perdón y la amargura.

Fue tan fuerte y demandante para los discípulos la pronunciación de estas palabras por el Señor Jesucristo que le dijeron: “Auméntanos la fe ” (Lucas 17:5) en palabras del buen dominicano «bueno Señor mi creencia no llegan allá, si eso significa ser un creyente necesito que me ayudes porque por mí solo no puedo.» Al igual que los apóstoles esa debería ser nuestra oración “Dios danos la capacidad para perdonar a los que nos ofenden, sin resentimiento o raíces de amargura.”


A la luz de lo anterior, puede que te hagas las siguientes interrogantes:

¿Qué es el perdón y quienes debemos practicarlo?

¿Es una opción o es un mandato?

¿Cuáles son los requisitos para perdonar a un hermano?

¿Has perdonado realmente si aún tienes resentimientos?

¿Afecta físicamente a nuestros cuerpos la falta de perdón y la raíz de amargura?


Es la intención de esta redacción contrastar y dar respuesta a dichas interrogantes y resaltar dichas virtudes al pregonar el perdón y la extirpación de la raíz de amargura.


Perdonando como Cristo nos perdonó

El perdón “es una decisión voluntaria y consciente, que nos libera de sentimientos negativos, como el rencor, resentimiento, enojo y dolor. Como actitud, implica estar dispuestos ha aceptar la responsabilidad de las propias percepciones, comprendiendo que son opciones, no hechos objetivos”

La marca de cada cristiano y todo lo que hace en su vida es Cristo, y esto es particularmente cierto en el caso del perdón. Regresemos a Colosenses 3:13: “Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes”. ¿Sabías que puedes correr a Jesús y a la vez estar enfocado en ti mismo? Algunos corren a la cruz solamente para recibir algo: gracia, misericordia, salvación, bendiciones, etc. Pero luego se dan la vuelta y actúan sin gracia y sin misericordia a los demás. De esto se trata la parábola de los dos deudores ¿verdad? Un hombre es perdonado y su deuda es cancelada, pero ¿Qué hace con el otro hombre que le debía una pequeña deuda? Lo mete en la cárcel. Él felizmente recibe gracia pero no la comparte.

Si actuamos de esta manera, no demostramos el perdón que Cristo nos demostró. Mateo 6:15 nos recuerda: “Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones”. Esto no significa que ganamos nuestra salvación al perdonar a otros. Nuestra salvación no depende de nuestras obras. Pero sí nos enseña que si no estamos dispuestos a perdonar, y si no perdonamos en lo absoluto, entonces eso tal vez nos descalifica. Este tipo de comportamiento demuestra que aún no hemos entendido la gravedad de nuestro pecado con Dios y la grandeza de su misericordia con nosotros en Cristo Jesús.

En el evangelio, Dios pagó el precio de todos los pecados. Si yo quiero recibir el perdón de mis pecados, debo también aceptar el perdón de otros cuando pecan contra mí. No perdonamos a otros porque se lo merecen, sino porque Cristo lo hizo primero cuando murió por nosotros. Recordemos que a fin de cuentas fue Jesús quien pagó absolutamente la deuda del pecado. Él sufrió y murió para perdonarnos. Entonces, cuando alguien peca contra ti, perdona como Cristo te perdonó.(Steven Morales, 2018)

El perdón de Dios es un modelo para nosotros, pues nos enseña cómo debemos perdonar a otros. La Biblia dice: “ Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” El evangelio es la guía de como nosotros debemos perdonar. Primeramente, debemos perdonar aun siendo nosotros los ofendidos. Nosotros hemos ofendido en incontables ocasiones a Dios, sin embargo Él nos ha perdonado, y continúa perdonándonos. Debemos tener la iniciativa en perdonar. Fue Dios quien nos buscó primero. La Biblia dice que si amamos a Dios, es porque Él nos amó primero (1Jn. 4:10) Por tanto, sea usted el primero en perdonar. Toma la iniciativa, y no te quedes esperando que esa otra persona decida perdonarle.

Debemos perdonar sin importar cuan grande sea la ofensa. Jesús fue a la Cruz, y pagó un gran precio para que nosotros podamos disfrutar del perdón de Dios. No hay mayor sacrificio que este, Jesús dio su propia vida para perdonar a sus propios enemigos, de los cuales usted y yo estábamos incluidos. El evangelio nos quita las excusas para no perdonar. Cuando perdonamos recibimos bendición de Dios. El perdón es también liberador. La amargura, el odio, y todo lo opuesto al perdón encadena, esclaviza, y les roba el gozo a las personas. Cuando no perdonas, te castigas a ti mismo, sembrando amargura en tu corazón. Por tanto, decide perdonar. Perdona como Cristo te ha perdonado. (Echandy Tito, 2014)


Deja atrás los Rencores y la Amargura

¿El perdón es garantía de reconciliación? Si el suceso que te hirió incluye a alguien con quien tenías una relación que valorabas, el perdón puede llevar a la reconciliación. Pero este no siempre es el caso. La reconciliación puede ser imposible si la persona que te ofendió ha muerto o no quiere comunicarse contigo. En otros casos, la reconciliación puede no ser apropiada. Pero perdonar es posible aunque la reconciliación no lo sea. ¿Qué hago si la persona a quien he perdonado no cambia? Conseguir que otra persona cambie sus acciones, comportamiento, o palabras no es la idea cuando perdonamos. Piensa en el perdón más desde el punto de vista de cómo puede cambiar tu vida al traerte paz, felicidad, y sanación emocional y espiritual. Perdonar puede quitar el poder que la otra persona sigue teniendo en tu vida.

¿Qué pasa si soy yo quien necesita ser perdonado? El primer paso es evaluar y aceptar con honestidad el daño que has causado y cómo afectó a otros. Evita juzgarte con demasiada severidad. Si de verdad te sientes arrepentido de algo que dijiste o que hiciste, considera admitirlo ante las personas que has dañado. Habla de tu tristeza o arrepentimiento sincero, y pide perdón sin dar excusas. Pero recuerda que no puedes forzar a nadie a que te perdone. Los otros necesitan llegar a la etapa del perdón cuando estén listos. Pase lo que pase, comprométete a tratar a otros con compasión, empatía, y respeto. (Clinic mayo, 2020)


Consecuencias y Enfermedades por no Perdonar

Existen múltiples estudios que constatan que no perdonar genera un aumento de la actividad fisiológica, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar síntomas físicos y psicológicos. Según El Blogs Salud MAFRE, el perdón (o su ausencia) podría producir estos efectos:


En salud física:

• Respuesta cardiovascular (cambios en tasa cardíaca y presión arterial)

• Tensión muscular facial y respuesta electro dermal

• Estrés: efectos en el cortisol o colesterol total y reactividad autonómica

• Sistema inmune

• Puede aumentar la probabilidad de dolor crónico, abuso de sustancias, daño cerebral traumático o cáncer


En salud mental:

• Ansiedad

• Depresión

  1. Neuroticismo
  2. Estrés percibido y baja autoestima
  3. Cansancio
  4. Desanimo
  5. Pocos deseos de relacionarse en os grupos
  6. Aislamiento y distanciamiento
  7. Enojo e Ira



Les invito a ver detenidamente cada cita Bíblica, leer mientras ora y perdona mientras limpia tu alma y refresca tu corazón.


Algunos versículos sobre el perdón en la Biblia
  • Efesios 4:32. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
  • Proverbios 17:9. ...
  • Marcos 11:25. ...
  • Colosenses 3:12-13. ...
  • Lucas 6:37. ...
  • Mateo 6:12. ...
  • Mateo 18:21-22. ...
  • Mateo 6:14-15.


Conclusión

La falta de perdón y el crecimiento de raíces de amargura nos ocasionan daños tanto espirituales como esencialmente. Es de suma importancia procurar la erradicación de dichas raíces y la puesta en práctica del perdón, que como muestra de amor evidencia que hemos muerto al pecado y hemos nacido de Cristo, pues Dios es amor y el que no muestra amar a su hermano por medio del perdón no está mostrando este atributo comunicable de Dios.

Procuremos siempre mostrar a los demás la bendición que emana como resultado de practicar el perdón, como las consecuencias que ocasiona la falta de este. ¿Quiénes estamos llamados a perdonar? Todo aquel que ha depositado su confianza en Cristo está llamado a perdonar. ¿Es una opción en la que puedo colocar un cortejo o es un obligatorio? Por supuesto que no es un precepto bíblico, un mandato normativo y en eso mostraremos que amamos a Cristo, si obedecemos sus mandamientos.

¿Cuáles son los requisitos para perdonar a un hermano? El único requisito que encontramos en la escritura es que este se acerque y pida perdón, sin importar si lo hace sinceramente. ¿Has perdonado realmente si aún tienes resentimientos? Si has perdonado y sigues sintiendo y recordando el dolor que te hicieron, posiblemente no hayas perdonado. Una gran señal de que has perdonado es buscar y procurar el bien de la persona que te ha agraviado.

Que en nuestra labor como Consejeros o voceros de la sabiduría de Dios aplicada para la resolución de problemas cotidianos, seamos intencionales en procurar el perdón sin resentimiento entre los implicados, no porque nosotros lo decimos, sino porque lo dice el Señor.

Debemos constantemente, revisar nuestra mente y nuestros corazones, hacer nuestra lista y disponer nuestros corazones a perdonar, a bendecir y podemos hasta hacer regalos, escribir tarjetas de bendición y sobre todo, luego que hagamos eso, debemos actuar en amor con los que muestran perdón y misericordia y relacionarnos con los de verdadero arrepentimiento y poner distanciamiento social a los no convertidos que no se arrepienten, sabiendo que su sangre no será demandada de nuestras manos.

Hagamos todo para La Gloria de Dios y para nuestro bien y el de los demás.

Según Steven Morales, Perdonar es pagar la deuda 

Dios les bendiga.


Evelyn Calcaño Cepeda
Consejera Bíblica Certificada
Consultora Educativa, M. Ed
Certificada en Teología Bíblica
Master en Docencia y Gerencia Educativa
Universitaria


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