En esta primera parte veremos 4 lecciones de Proverbios para el Uso de las Palabras
Amadas lectoras, queridas hermanas y amigas, La Soberna Gracia de Dios sea con sus vidas.
Estaré publicando un estudio sobre la Lengua Su Medida con algunas ideas y notas tomadas de una publicación de Roberto Martínez, que me tome la libertad de tomar algunas de sus notas para escribir y publicar este estudio que no deja de ser importante tocar cada cierto tiempo, para recordarnos la importancia de saber escuchar, de guardar silencio, de guardar la reputación de otros, de guardar el testimonio de los demás, de saber cuando denunciar la maldad de los hombres, de saber confrontar la maldad de hombres y mujeres que hemos predicado y persisten en pecar y en mantenerse en su soberbia, de orar por este ultimo tipo de personas que no tienen a Cristo en su corazón y se dan la tarea de dañar a otros, con actitudes y con su lengua.
Te invito a orar que Dios obre y nos de un espíritu critico saludable, un espíritu de clemencia para interceder como la Mujer de Proverbios 31, que seamos prudentes y discretas y que Dios nos ayude a tener Dominio Propio.
Oh! Padre Celestial, derrama tu gracia sobre nuestras vidas, sobre nuestros corazones, danos una doble porción de Su Espíritu Santo y traemos nuestros pensamientos, nuestros corazones y nuestra lengua para someterla a Su Señorío. Ayúdanos Señor, en el Nombre de Jesús.
Introducción a Nuestro Estudio:
Todos hemos experimentado alguna vez el poder destructivo que tienen las palabras. Lo hemos vivido en el matrimonio, en nuestras familias e incluso en nuestras iglesias. Sin importar el contexto, sabemos por experiencia que las palabras tienen el poder de dañar profundamente a las personas y las relaciones (Stg 3:6).
Esta triste realidad debería hacernos comprender que hablar con amor y sabiduría no brota de nosotros en forma natural. Por el contrario, lo que naturalmente sale de nuestros labios es la necedad de nuestra carne (Ro 3:13; Gá 5:19-20). Entonces, si queremos crecer en esta área, debemos ser intencionales en aprender a hablar como personas que han nacido de nuevo.
Los que estamos en Cristo somos nuevas criaturas y debemos transformar nuestra manera de vivir (2 Co 5:17) y transformar nuestra manera de hablar. Por eso es necesario el libro de Proverbios, el cual es especialmente valioso en este sentido, porque nos muestra cómo Dios ha delineado el uso apropiado de nuestras palabras.
Luego de ver lo anteriormente expuesto, veremos cuatro consejos que Proverbios nos da para crecer en el uso sabio de nuestra lengua y así honrar a nuestro Señor:
1. Habla menos y escucha más
Piensa por un momento: ¿Cuántos problemas podrías haber evitado en tu vida si tan solo hubieses aprendido a guardar silencio? Una y otra vez, Proverbios nos recuerda que:
⦁ «El que guarda su boca y su lengua, / Guarda su alma de angustias» (21:23).
⦁ «En las muchas palabras, la transgresión es inevitable» (10:19).
⦁ «El que responde antes de escuchar, / Cosecha necedad y vergüenza» (18:13).
⦁ «El hombre prudente guarda silencio (11:12).
⦁ «El que mucho abre sus labios, termina en ruina» (13:3).
No obstante, la realidad es que nuestra tendencia natural es totalmente opuesta: somos prontos para hablar, lentos para escuchar y rápidos para enojarnos (cp. Stg 1:19).
Nuestro problema con las palabras no es solo que las usamos en exceso, sino que también las usamos sin prudencia
Por tanto, debemos ser críticos y sinceros al evaluarnos: ¿cuán bueno soy escuchando a los demás? ¿Me intereso genuinamente en lo que otras personas me dicen? ¿Suelo interrumpir a otros mientras hablan para poder hablar yo? Reflexiona en estas y otras preguntas similares para evaluar tus palabras y tu corazón.
2. Piensa antes de hablar
Nuestro problema con las palabras no es solo que las usamos en exceso, sino que también las usamos sin prudencia. Considera en cuántas ocasiones has dicho cosas inadecuadas por hablar de una forma precipitada. Proverbios dice:
⦁ «El corazón del justo medita cómo responder» (15:28).
⦁ «Hay más esperanza para un necio que para la persona que habla sin pensar» (29:20 NTV).
La persona sabia piensa antes de hablar. Por un lado, esto significa que antes de hablar debemos preguntarnos: ¿Qué impacto puede tener lo que voy a decir? ¿Podrían mis palabras ser hirientes en algún sentido? ¿Estaré edificando o dañando a la persona con lo que diga? Debemos entender que nuestras palabras pueden tener efectos reales y duraderos en la vida de los demás. Con nuestra lengua podemos desanimar, herir o enojar a otros y esto puede tener consecuencias desastrosas en nuestra propia vida (Pr 10:14; 18:7).
Por otro lado, también significa que debemos considerar el momento para hablar. Puede que lo que tengamos que decir sea bueno, pero tal vez no es el momento apropiado para decirlo. Proverbios nos recuerda: «A todo el mundo le gusta una respuesta apropiada; / ¡es hermoso decir lo correcto en el momento oportuno» (15:23 NTV). El punto no es solo dar un buen consejo, sino darlo en el momento correcto (25:11). En resumen, piensa tanto en lo que vas a decir como en qué momento lo vas a decir.
3. Habla para edificar
Proverbios nos enseña cuál debe ser el propósito de nuestras palabras:
⦁ «Las palabras amables son como la miel: / dulces al alma y saludables para el cuerpo» (16:24 NTV).
⦁ «Las palabras del justo animan a muchos» (10:21 NTV).
⦁ «Los labios del justo dan a conocer lo agradable» (10:32).
La persona sabia usa su lengua para edificar a otros. La lengua del sabio es constructiva, en contraste con la lengua del necio que busca destruir y dañar. El sabio «Abre su boca con sabiduría, / Y hay enseñanza de bondad en su lengua» (31:26).
Esto debe llevarnos a evaluar nuestro corazón: ¿Qué caracteriza mi forma de hablar? ¿Soy una persona que constantemente critica o habla mal de otros? ¿Busco que mis palabras bendigan y edifiquen a los demás?
Es solo en Cristo y en el poder de Su Espíritu que el fuego de nuestra lengua puede ser apagado
Antes de hablar, escoge aquellas palabras que puedan tener el impacto más positivo en la vida de la otra persona. Incluso si debemos confrontar a alguien, tenemos que recordar que «con misericordia y verdad se corrige el pecado» (16:6 RV60). Nuestras palabras nunca deben ser como «golpes de espada» hacia nuestro prójimo, sino como medicina para sus huesos (12:18).
4. Habla en busca de paz
Sin importar cuán sabiamente busquemos aplicar los consejos anteriores, la tensión y el conflicto serán inevitables en las relaciones humanas. En esos momentos debemos ser cuidadosos, pues nuestra respuesta puede ser el agua que apague el fuego o la chispa que lo encienda. Proverbios declara:
⦁ «La blanda respuesta quita la ira; / Mas la palabra áspera hace subir el furor» (15:1).
⦁ «El hombre indigno planea el mal, / Y sus palabras son como fuego abrasador» (16:27).
La persona sabia utiliza sus palabras como un pacificador (1 P 3:11; Ro 14:19). La manera en que respondamos al conflicto puede marcar la forma en que ese problema se desarrolle. Nuestras palabras pueden ser como espadas que promueven la violencia (Pr 18:6; 10:11). Sin embargo, nuestro deber no es responder mal por mal, sino usar nuestras palabras para promover la paz, aún en medio de la dificultad o situación.
Hablar de como debemos medir nuestro hablar y nuestra lengua, es un tema que debemos tener presente y es un tema del que se habla frecuentemente. Dios nos ha dado una sola boca y una lengua, para hablar con cuidado y medidamente sin ofender ni juzgar.
Algunas recomendaciones:
-Tengamos cuidado de lo que decimos
-No juzguemos sin saber, tengamos cuidado de emitir algún juicio sin bases
-Guardemos el testimonio de los demás, no juzgando ni comentando nada.
-No opinemos ni tratemos de arreglar nada si no somos parte del problema y parte de la solución del problema donde esta involucrada una persona, y mas si es una victima de la situación o una persona inocente.
-Seamos clementes como la mujer de Proverbios 31, ella clamaba por los demás, intercedía y si somos como esa hermosa mujer temerosa de Dios de Proverbios 31, debemos interceder por los demás con amor, humildad. Seamos clementes, Prontas para oir, escuchar y lentas para hablar.
La Biblia habla mucho de nuestras palabras. De hecho, si hacemos una exploración rápida del Libro de Proverbios, descubriremos que un gran porcentaje de este libro se enfoca en nuestro hablar, en nuestras palabras y en la lengua. En los 31 capítulos del libro (si usamos la versión LBLA), la palabra «lengua» aparece 20 veces, «hablar» aparece cuatro veces y «palabras» aparece en 41 ocasiones. Por lo tanto, es fácil concluir que Dios quiere que prestemos atención a cómo hablamos y el uso que damos a las palabras.
Ayuda al escoger las palabras
No siempre podemos decir todo lo que pensamos, o de la manera en que lo pensamos. Es necesario aprender a pensar antes de hablar. ¿Qué hacer entonces? Tenemos que entrenar nuestras mentes para que se detengan antes de hablar. El cerebro es un músculo y, como todo músculo, necesita ejercicios para dar su máximo potencial. En este caso en particular, algo que me ayuda es hacerme las siguientes preguntas:
¿Son necesarias mis palabras?
¿Van a beneficiar o a perjudicar?
¿Podría expresarlo de otra manera, con amor y sin herir?
La Palabra de Dios nos exhorta a decir siempre la verdad, de modo que no se trata de que «adornemos» las cosas o que no seamos sinceras. Es cuestión de considerar lo que digo y revestirlo de amor, tal y como nos indica Pablo en este versículo: «Sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo» (Ef. 4:15).
Aprender a decir la verdad con amor es un requisito para el discípulo de Cristo, y hacerlo nos lleva a parecernos más a Él. ¿Acaso no es esa la meta de toda mujer sabia, llegar a ser como su Señor?
Finalmente, limpiemos nuestros corazones si hemos fallado al faltar usando mal nuestra lengua y oremos de corazón, alcemos nuestra voz en alabanza a Nuestro Gran Dios. Seamos prudentes y discretas.
Nada hagamos por contienda o por vanagloria.
Fielmente,
Evelyn Calcaño Cepeda
Directora Ejecutiva y Fundadora de la
Fundación Viviendo por Principios y Fe
Certificada en Consejería Bíblica y
Funje como Consultora Educativa también
Sirve en su iglesia local y es una Fiel Intercesora de
Oración y ama enseñar y servir a Mujeres de Todas
las Edades
Comentarios
Publicar un comentario