Muy poco se nos dice de esta mujer después del nacimiento de Jesús. Aparentemente ella estaba contenta con ser identificada como la madre de Jesús. Ella estaba satisfecha con estar tras bastidores, no muy conocida ella misma, sino haciéndolo a Él conocido. El mensajero angélico le había dicho de su hijo: “El será grande” (Lucas 1:32).
María no se vio a si misma como merecedora del favor de Dios: “porque ha mirado la bajeza de su sierva” (v.48). En otras palabras, “? Quien soy yo para que Él me mire y me conceda su favor?” Ella tenia el espíritu de Juan el Bautista que dijo: “es necesario que el crezca y que yo mengue” (Juan3:30). He aquí una mujer que supo que no se trataba de ella sino de Él.
Las mujeres hoy no reciben muchos aplausos por ser esposas y madres, por fielmente amar y cuidar de sus esposos y sus hijos. Hay una enorme presión de “hacer algo que realmente valga la pena”, el tener nuestra propia identidad. Aun aparte de la presión de la cultura, nuestros corazones anhelan el reconocimiento y el aprecio por los sacrificios que hacemos. La mujer que Dios usa es una mujer humilde; ella sigue los pasos del Señor Jesucristo “quien se humilló a si mismo tomando forma de siervo” (Fil.2:7)
HAZLO PERSONAL al hacer tu reflexión personal con estas preguntas.
• ¿Estoy contenta con servir a Dios sin reconocimientos o aprecio humano?
• ¿Es mi meta que Él crezca y que yo mengue?
• ¿Estaría dispuesta a hacer lo que hago sin que nadie lo vea, aplauda o me lo agradezcan?
Tomada del Libro Un retrato de una Mujer Usada por Dios
Evelyn Calcaño Cepeda
Consultora Educativa, M. Ed.
Master en Gerencia Educativa Universitaria
Consejera Bíblica Certificada
Miembro del Equipo
FUNDACIÓN VIVIENDO POR PRINCIPIOS Y FE
Santo Domingo, República Dominicana
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