Antes de
iniciar este breve estudio te invito a orar y leer Las Escrituras en 2 Corintios 11:23-30
Hoy veremos parte del sufrimiento de
Pablo quien pasó años sirviendo a Cristo, sin embargo, experimentó un
sufrimiento continuo. No parece justo, ¿verdad? ¿Por qué Dios le dejó pasar por
tanto dolor? Es una pregunta que muchos de nosotros nos hacemos hoy sobre
nosotros mismos. Creemos que el Señor debería protegernos de las dificultades,
pero no siempre lo hace.
Cuando leemos en 2 Corintios 11:23-30, vemos una lista de los padecimientos de Pablo, con los cuales me identifico,
porque en toda mi vida he pasado muchas vicisitudes que parecen incoherencias,
pero que considera han sido ataques del maligno y he sufrido por falsos
hermanos y personas impías. Puedo decir que solamente por la Gracia de Dios y Su
Amor he podido salir adelante, y pido misericordia para mí y para cada una de
ustedes, que Dios nos guarde, nos proteja, nos provea cada una de nuestras
necesidades.
Quizás nuestro razonamiento sea al
revés. Creemos que los cristianos fieles no merecen sufrir, pero desde la
perspectiva de Dios, el sufrimiento es parte de ser cristiano. Si todos
tuviéramos una vida tranquila sin dolor, nunca conoceríamos realmente a Dios,
porque nunca lo necesitaríamos. Nos guste o no, la adversidad nos enseña cosas
que el simple hecho de leer la Biblia nunca lo hará.
No estoy diciendo que no necesitemos
conocer las Escrituras, todo lo contrario, debemos estudiarla, memorizarla,
leerla diariamente, meditar en ella; ese es nuestro fundamento para la fe. Pero
si lo que creemos nunca se prueba, sigue siendo conocimiento intelectual. ¿Cómo
sabremos alguna vez que se puede confiar en el Señor en medio de los problemas
si nunca hemos experimentado dificultades? Dios nos da oportunidades para
aplicar las verdades de las Escrituras a las dificultades que enfrentamos y, en
el proceso, lo encontramos fiel.
Las pruebas pueden ser un medio para
fortalecer la fe o una vía hacia el desánimo y la autocompasión; depende de
usted. Pero si aplica la Palabra de Dios a su situación, su confianza en Él y
su fe se fortalecerán a través de la adversidad.
Amada hermana y amiga, animo, levántate,
levántate, esfuérzate y se valiente. Aunque estemos agotadas, organicemos
nuestras vidas con la ayuda de Dios y sigamos adelante.
Oremos que Dios nos bendiga, nos
fortalezca, nos dirija, nos llene de Su Amor, que por favor nuestros corazones
sean sanados, no haya rencor, ni odio, ni amarguras, ni quejas. Que Dios nos
proteja de las garras del maligno, por favor Dios en el Nombre de Jesús.
Fielmente en
Cristo
Tu amiga y
hermana,
Evelyn
Calcaño Cepeda
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