Amadas
amigas y hermanas, queridas lectoras. Hoy continuamos con Mujeres de la Biblia,
hoy estaremos viendo la vida de María, la madre de Jesús. Admiro esta mujer
humilde y valiente, obediente y sencilla. Quiero resaltar que no creo en la
Virgen María como los católicos la resaltan, pero si la reconozco como lo
ensena la Biblia, la madre de Jesús, una joven sencilla, virgen, sumisa y
obediente, que se sometió a Dios y a su voluntad. Según he estado estudiante
fue una mujer trabajadora y esforzada, valiente y que enseñó y dirigió a Jesús
en su infancia hasta que inicio su ministerio a la edad de los treinta años.
Era discreta y apoyo a Jesucristo en ministerio, con sumisión, discreción y
respeto. María fue una mujer de hogar, una mujer que edifico.
María
era una joven sencilla que fue escogida para una gran misión: ser la madre de
Jesús. Ella no rechazó esa misión, sino que la aceptó con fe. Con seguridad y
aplomo María ayudó a educar a Jesús y, años más tarde, lo vio resucitado en
gloria, luego de verlo sufrir al ser crucificado porque murió por nuestros
pecados en lugar nuestro en la cruz.
―Aquí
tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has
dicho. Lucas 1:38
Dios describió a María
la madre de Jesús como "muy favorecida" (Lucas 1:28). La frase muy
favorecida viene de una sola palabra griega, que esencialmente significa
"mucha gracia". María recibió la gracia de Dios.
La gracia es un "favor inmerecido", es
decir, la gracia es una bendición que recibimos a pesar de no merecerla. María
necesitaba la gracia de Dios y también un Salvador, como el resto de nosotros.
María misma lo entendió, como lo declaró en Lucas 1:47 "Y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador".
La virgen María, por la gracia de Dios, reconoció
que necesitaba al Salvador. La biblia nunca dice que María era alguien
diferente, excepto un ser humano normal que Dios eligió para usar de una manera
extraordinaria. Sí, María era una mujer justa y favorecida por Dios (Lucas
1:27-28). Al mismo tiempo, María era un ser humano pecador que necesitaba a
Jesucristo como su Salvador, como todos los demás (Eclesiastés 7:20; Romanos
3:23; 6:23; 1 Juan 1:8).
La virgen María no tuvo una "inmaculada
concepción". La
biblia no sugiere que el nacimiento de María fuera otra cosa aparte de un
nacimiento humano normal. María era virgen cuando dio a luz a Jesús (Lucas
1:34-38), pero no fue virgen permanentemente. La idea de la virginidad perpetua
de María no es bíblica. Mateo 1:25, hablando de José, declara: "Pero no la
conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre
Jesús". La palabra hasta claramente indica que José y María tuvieron
relaciones sexuales normales después del nacimiento de Jesús. María permaneció
virgen hasta el nacimiento del Salvador, pero más tarde José y María tuvieron
varios hijos. Jesús tuvo cuatro medio- hermanos: Jacobo, José, Simón y Judas
(Mateo 13:55). Jesús también tuvo medio-hermanas, aunque no se mencionan ni se
saben cuántas son (Mateo 13:55-56). Dios bendijo y favoreció a María dándole
varios hijos, lo que en esa cultura fue aceptado como la indicación más clara
de la bendición de Dios sobre una mujer.
En cierta ocasión que Jesús estaba hablando, una
mujer en la multitud proclamó: "Bienaventurado el vientre que te trajo, y
los senos que mamaste" (Lucas 11:27). Nunca hubo mejor oportunidad para
que Jesús declarara que María era digna de alabanza y adoración. ¿Cuál fue la
respuesta de Jesús? "Antes bienaventurados los que oyen la palabra de
Dios, y la guardan" (Lucas 11, 28). Para Jesús, la obediencia a la palabra
de Dios era más importante que ser la mujer que dio a luz al Salvador.
En ninguna parte de las escrituras, Jesús o cualquier
otra persona dirige alabanza, gloria o adoración hacia María. Elisabet,
pariente de María, alabó a María en Lucas 1:42-44, pero su alabanza se basa en
la bendición de dar a luz al Mesías. No se basaba en alguna gloria inherente a
María. De hecho, después de esto María pronunció un canto de alabanza al Señor,
exaltando Su misericordia, fidelidad y Su atención a aquellos de humilde
condición (Lucas 1:46-55).
Muchos creen que María fue una de las fuentes de
Lucas para escribir su evangelio (ver Lucas 1:1-4). Lucas registra la visita
del ángel Gabriel a María diciéndole que ella daría a luz a un hijo que sería
el Salvador. María no estaba segura de cómo podía ser esto ya que ella era
virgen. Cuando Gabriel le dijo que el niño sería concebido por el Espíritu
Santo, María respondió: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo
conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia" (Lucas 1:38).
María respondió con fe y con la disposición de someterse al plan de Dios.
Nosotros, también, debemos tener una fe similar en Dios y seguirle
confiadamente.
Al describir los acontecimientos del nacimiento de
Jesús y la respuesta de los que escucharon el mensaje de los pastores sobre
Jesús, Lucas escribe: "Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas
en su corazón" (Lucas 2:19). Cuando José y María presentaron a Jesús en el
templo, Simeón reconoció que Jesús era el Salvador y alabó a Dios. José y María
se maravillaron de lo que Simeón había dicho. Simeón también le dijo a María:
"He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en
Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma
alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones"
(Lucas 2:34-35).
En otra ocasión en el templo, cuando Jesús tenía
doce años, María se sintió preocupada porque Jesús se había quedado atrás
cuando Sus padres se habían ido a Nazaret. Estaban angustiados buscándolo.
Cuando lo encontraron aún en el templo, les dijo que debía estar en la casa de
Su Padre (Lucas 2:49). Jesús regresó a Nazaret con Sus padres terrenales y se
sometió a ellos. Una vez más se nos dice que María "guardaba todas estas
cosas en su corazón" (Lucas 2:51). Criar a Jesús debió haber sido un
esfuerzo desconcertante, pero también lleno de momentos preciosos, tal vez
recuerdos que se volvieron más conmovedores en la medida que María llegaba a
entender más a fondo quién era Jesús. Nosotros también podemos atesorar en
nuestros corazones el conocimiento de Dios y los recuerdos de Su obrar en
nuestras vidas.
Fue María quien pidió la intervención de Jesús en
las bodas de Caná, donde realizó Su primer milagro y convirtió el agua en vino.
Aunque Jesús aparentemente la rechazó al principio, María instruyó a los
sirvientes a hacer lo que Él les dijo. Ella tenía fe en Él (Juan 2:1-11).
Luego, en el ministerio público de Jesús, Su
familia se preocupó. Marcos 3:20-21 cuenta: "Y se agolpó de nuevo la
gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. Cuando lo oyeron los suyos,
vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí". Cuando Su
familia llegó, Jesús proclamó que los que hacen la voluntad de Dios son Su
familia. Los hermanos de Jesús no creían en Él antes de la crucifixión.
Durante toda la vida de Jesús, María parecía creer
en Él. Ella estaba presente en toda su vida de ministerio y en la cruz cuando
Jesús murió (Juan 19:25), sin duda sintiendo que la "espada" que
Simeón había profetizado atravesaría su alma. Fue allí en la cruz donde Jesús
le pidió a Juan que sirviera como hijo de María, y Juan llevó a María a su casa
(Juan 19:26-27). María también estaba con los apóstoles el día de pentecostés
(Hechos 1:14). Sin embargo, a María nunca más se menciona después del capítulo
1 de Hechos.
Los apóstoles no le dieron a María un papel
prominente. La muerte de María no se registra en la biblia. No se dice nada
acerca de que María hubiera ascendido al cielo o tenido un papel de exaltación
allí. Como madre terrenal de Jesús, María debe ser respetada, pero no es digna
de nuestra reverencia o adoración.
La biblia en ninguna parte indica que María pueda
escuchar nuestras oraciones, o que pueda mediar por nosotros con Dios. Jesús es
nuestro único abogado y mediador en el cielo (1 Timoteo 2:5). Si se le
ofreciera adoración, devoción u oraciones, María diría lo mismo que los
ángeles: "¡Adora a Dios!" (ver Apocalipsis 19:10; 22:9). María misma
nos da el ejemplo, dirigiendo su adoración, devoción y alabanza sólo a Dios y a
Jesucristo, Nuestro Salvador: "Entonces María dijo: Engrandece mi alma al
Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la
bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas
las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es Su
nombre" (Lucas 1:46-49).
María es un ejemplo de
madre ejemplar, trabajadora, humilde y esforzada. Obediente a Dios y discreta,
guardaba todas las cosas en su corazón. Puedo aprender de ella su sencillez,
debemos reconocer su testimonio y como sufrió la muerte de Cristo. Ella edifico su casa.
Consejera Bíblica Certificada
Certificada en Teología Universidad FLET
Master en Docencia y Gerencia Universitaria
Certificada en Metodología de la Investigación
Escritora y Editora de Libros Cristianos para Mujeres y
Libros Educativos
Directora Ejecutiva Fundación Viviendo por Principios y Fe
República Dominicana
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