Amadas hermanas y amigas, lectoras y lectores. Es hermoso tener un Dios del cual podemos aprender a través de Su Palabra, a través de la manifestación de El en la vida de otras personas. Yo me deleito en saber sobre la obra de Dios en la vida de mujeres que fueron transformadas por Dios y que fueron mujeres de fe. Durante este mes de septiembre, una vez más estaré publicando acerca de algunas de ellas. Cuento con un Libro que se llama Mujeres de Influencia y es mi oración que seamos mujeres de influencia. Que aprendamos la una de las otras. Una de mis cargas es el trabajo con las mujeres de todas las edades. Una de mis pasiones es enseñar y eso quiero ser una mujer de la cual ustedes puedan aprender y sobre todo quiero llevarlas al Señor, que El, sea lo primero en sus vidas. Amen La Palabra, seamos ordenadas, tengamos un buen tiempo de oración y estudio de La Biblia.
Te invito a orar en este momento y al leer sobre las mujeres que estaremos viendo en este mes, podamos ir haciendo una lista de cosas que podemos aprender y poner en práctica.
Estaremos viendo nueve grandes mujeres y hoy iniciaremos con Sara
La Biblia tiene varios ejemplos de mujeres temerosas de Dios que marcaron la diferencia en su momento. Esas mujeres se destacaron en un mundo dominado por los hombres, donde los hombres son hombres y eran lideres verdaderos que guiaban sus hogares y las mujeres se sometían y estaban en el hogar. Estas mujeres que veremos, demostraron que Dios nos usa a todos para cumplir sus propósitos. Veremos algunas mujeres que se destacaron, pero no son las únicas...Luego de ver la lista de mujeres de la Biblia, te invito a ver también algunas mujeres a tu alrededor que sean de testimonio, con las cuales puedes aprender.
1. Veamos a Sara
Sara,
aunque ya estaba entrada en años, abandonó todo para vivir el resto de su vida
en tiendas de campaña. Ella permaneció siempre al lado de su esposo, Abraham, apoyándolo.
Sara creyó a Dios, y con 90 años, vio realizado su sueño de tener un hijo. Dios
llenó su corazón de alegría.
Sara (שָׂרָה) fue
según la Biblia, la esposa de Abraham y madre de Isaac. También era
medio hermana de su esposo (Génesis 20:12) y unos diez años más joven (Génesis
17:17). ... En hebreo el nombre "Sara" se usa para designar a
una mujer de alto rango y a veces es traducido como "princesa".
Saraí comenzó su vida
en el mundo pagano de Ur, en la tierra de los caldeos, que estaba ubicada en la
zona que hoy se conoce como Iraq. Ella era la media hermana, así como la esposa
de Abram, quien sería llamado Abraham. Sarai y Abram tenían el mismo padre,
pero eran de distintas madres, según Génesis 20:12. En aquellos días, la
genética era más pura de lo que es hoy, y el matrimonio no era perjudicial para
los descendientes de las uniones entre familiares. Además, dado que las
personas solían pasar sus vidas agrupados en unidades familiares, el curso
natural era elegir compañeros desde dentro de sus propias tribus y familias.
Cuando Abram conoció al Dios vivo por primera vez,
le creyó (Génesis 12:1-4; 15:6), y lo siguió, obedeciendo Su mandato de dejar
su tierra y parentela para ir a un lugar del cual nunca había oído hablar, y
mucho menos había visto. Sarai fue con él.
Su viaje los trajo a la zona llamada Harán
(Génesis 11:31). Taré, el padre de Abram, falleció en esta ciudad, y Abram,
Sarai, su sobrino Lot y su comitiva, continuaron el viaje, dejando que Dios los
condujera y guiara. Sin tener un lugar donde vivir y sin las comodidades modernas,
el viaje debió haber sido muy difícil para todos, especialmente para las
mujeres. Durante su viaje, hubo hambre en la tierra, obligando a Abram y Sara a
ir a Egipto (Génesis 12:10). Cuando lo hicieron, Abram tuvo temor que los
egipcios lo mataran porque Saraí era hermosa y la querían como esposa. Por esta
razón, le pidió a Sarai que les dijera a todos que ella era la hermana de
Abram, lo cual era técnicamente cierto, pero lo hizo para engañar. Sarai fue
llevada a casa de faraón, y Abram fue tratado muy bien por causa de ella. Sin
embargo, Dios afligió la casa de faraón, y se reveló la mentira de ambos. El
faraón le devolvió a Abram su esposa y los envió de regreso (Génesis 12). Sarai
y Abram regresaron a la tierra que ahora se conoce como Israel. Ya que habían
adquirido muchas posesiones y una gran riqueza en sus viajes, Lot y Abram
acordaron dividirse, a fin de que la gran cantidad de ganado tuviera suficiente
tierra para el pastoreo (Génesis 13:9).
Sarai era estéril, un asunto de angustia personal,
al igual que de vergüenza cultural. Abram estaba preocupado de que no tendría
ningún heredero. No obstante, Dios le dio a Abram una visión en la que le
prometía un hijo y que sus descendientes serían tan numerosos como las
estrellas del cielo (Génesis 15). Dios también prometió la tierra de Canaán a
la descendencia de Abraham. El problema era que Sarai permanecía sin hijos.
Diez años después de que Dios había hecho su promesa a Abram, Sarai, siguiendo
las normas culturales, le sugirió a Abram que tuviera un hijo con su sierva
Agar. El hijo nacido de esta unión sería contado como hijo de Sarai. Abram
estuvo de acuerdo, y Agar concibió un hijo, a quien llamó Ismael. Sin embargo,
Agar comenzó a mirar a Sarai con desprecio y como resultado Sarai empezó a
tratar duramente a Agar, tanto así que Agar huyó. Dios se encontró con Agar en
el desierto y la animó para que volviera donde Abram y Sarai, lo cual ella hizo
(Génesis 16).
Trece años después que Ismael nació, Dios reafirmó
Su pacto con Abram, esta vez dándole la señal de la circuncisión, así como el
cambio de nombre. Abram, que significa "padre enaltecido", se
convirtió en Abraham, que significa "padre de multitudes". Dios
también cambió el nombre de Sarai, que significa "mi princesa", a
Sara, que significa "madre de naciones". Dios le dijo a Abraham que
le daría un hijo a través de Sara. Este hijo, Isaac, sería aquel con quien Dios
establecería Su pacto. Dios también bendeciría a Ismael, pero Isaac era el hijo
de la promesa y las naciones serían benditas a través de él (Génesis 17). Isaac
significa "el que ríe". Abraham se rió de que a sus 100 años pudiera
tener un hijo con Sara, quien tenía 90 años y había sido estéril toda su vida.
Sara, también se rió de esa posibilidad (Génesis 18:9-15).
Poco después de que Dios le prometió a Abraham y a
Sara un hijo, Él destruyó Sodoma y Gomorra, pero rescató a Lot, el sobrino de
Abraham (Génesis 19). Abraham y Sara viajaron hacia el Neguev y habitaron como
forasteros en Gerar (Génesis 20:1). Abraham pidió de nuevo a Sara que mintiera
sobre su identidad, y el rey de Gerar tomó a Sara para que fuera su esposa.
Pero Dios protegió a Sara, ya que por medio de ella nacería Isaac. El rey
Abimelec no tuvo relaciones con ella. Dios le advirtió a Abimelec en un sueño,
y el rey no sólo se sacrificó a Dios en arrepentimiento, sino que dio regalos a
Abraham y Sara y les permitió habitar la tierra (Génesis 20).
Dios permaneció fiel a Su promesa de darle a
Abraham y Sara un hijo. Lo llamaron Isaac, y "dijo Sara: Dios me ha hecho
reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. Y añadió: ¿Quién dijera a
Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su
vejez" (Génesis 21:6-7). A pesar de que anteriormente ella se pudo haber
reído en la incredulidad y en secreto, ahora Sara se rió con gozo y quería que
su situación se conociera. Dios había sido fiel a Su promesa y la bendijo.
Lamentablemente, la tensión entre Sara y Agar
permaneció. Cuando Isaac fue destetado, Abraham hizo un gran banquete. Pero
Ismael, el hijo de Agar, se burlaba de Isaac. Sara le dijo a Abraham que echara
a Agar e Ismael porque el hijo de la sierva no había de heredar con Isaac su
hijo. Abraham estaba angustiado, pero Dios le dijo que hiciera lo que Sara
decía porque en Isaac le sería llamada descendencia. Abraham despidió a Agar e
Ismael, y Dios proveyó para sus necesidades (Génesis 21:8-21). Fue después de
esto que Dios probó a Abraham al pedirle que sacrificara a Isaac. Abraham
estuvo dispuesto a entregar a su hijo, confiando en que Dios, de alguna manera,
seguiría siendo fiel a Su promesa (Génesis 22; Hebreos 11:17-19).
Sara era una mujer sencilla, hermosa (Génesis
12:11), y muy humana; ella cometió errores, como todos nosotros. Ella pasó por
delante de Dios y trató de manejar Sus asuntos por su propia cuenta, al enviar
de manera insensata a su sierva Agar con Abraham para concebir el hijo que Dios
había prometido. Al hacerlo, se desató una disputa que ha durado 4.000 años
(Génesis 16:3). Ella se rió en incredulidad cuando, a los 90 años de edad,
escuchó que un ángel le dijo a Abraham que ella iba a quedar embarazada
(Génesis 18:12). Sara dio a luz al niño prometido y vivió otros 30 años,
muriendo a la edad de 127 años (Génesis 23:1).
Hebreos 11:11 usa a Sara como un ejemplo de fe:
"Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para
concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era
fiel quien lo había prometido". 1 de Pedro 3:5-6 usa a Sara como un
ejemplo de una santa mujer que confiaba en Dios y que se adornaba a sí misma al
someterse a su marido. Sara voluntariamente salió de su hogar y se lanzó a lo
desconocido para seguir a Abraham, mientras él seguía las instrucciones de un
Dios al cual ella no conocía en ese momento. Sufrió mucho para tratar de ofrecer
un heredero a su esposo y mantenerlo a salvo en tierras peligrosas. Al final,
ella tuvo la fe suficiente para creer que ella y su marido, con 90 y 100 años
de edad, producirían el heredero prometido, es decir, Isaac. Aunque ella vivía
en un mundo de peligro y confusión, Sara se mantuvo firme en su compromiso con
su esposo y con Dios, y su compromiso fue recompensado con la bendición.
Seamos paciente y sencillas como Sara, tengamos fe. Te invito y te animo a orar en este momento. Oremos por nuestras vidas, protección, por un cerco de protección para nuestras vidas.
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