Este estudio es la segunda parte que estamos estudiando sobre
las Mujeres en el Ministerio de Jesús. Como siempre…te animamos a seguir adelante,
sumarte a algún ministerio para seguir y que Dios permita que este estudio te
sea de bendición.
Ahora veamos
a algunas de las mujeres en la vida de Jesús.
Elizabeth
Empezamos nuestro breve estudio con
una mujer cuyo rol ocurrió antes que Jesús naciera. Elizabet, esposa del
anciano sacerdote Zacarías, fue notada por ser “intachable delante de Dios” y
totalmente obediente (Lucas 1:6). Cuando María visitó a Elizabet, “la criatura
saltó en su vientre. Entonces Elizabet, [fue] llena del Espíritu Santo” y
pronunció una bendición sobre María—y sus palabras ahora son parte de la
Escritura (vv. 41-45).
La madre de Jesús dejó un ejemplo
maravilloso con sus palabras: “Aquí me tienes, la sierva del Señor…que Él haga
conmigo como me has dicho” (v. 38). María también fue inspirada a decir un
poema de alabanza que ahora es parte de la Escritura (vv. 46-55). Una vez más,
ella dejó un buen ejemplo cuando “guardaba todas éstas cosas en su corazón y
meditaba acerca de ellas” (2:19, 51). Ella fue un instrumento en el primer
milagro público de Jesús (Juan 2:1-11). En la cruz, Jesús asignó a Juan que
cuidara de Su madre, y María fue contada entre los discípulos después de la
resurrección de Jesús (Hechos 1:14).
Ana
Cuando Jesús fue llevado al templo para
ser dedicado, una anciana profetisa llamada Ana “dio gracias a Dios y comenzó a
hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (Lucas
2:38). Desafortunadamente, no sabemos lo que ella dijo o cómo esparció ella la
noticia.
Los rabinos decían que a las mujeres
no se les debía enseñar la Escritura, así que María estaba eludiendo un rol
típico de las mujeres para poder hacer algo que estaba normalmente conferido a
los hombres. Pero Jesús no “la puso en su lugar”. Más bien, Él dijo que ella
había escogido el lugar correcto en ese momento. “…Sólo una [cosa] es
necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará” (v. 42). El
crecimiento espiritual es más importante que los deberes domésticos.
Graham escribe: “Jesús no sintió que
el trabajo de la mujer—o el trabajo del hombre, si fuera el caso— no era
importante. Él no estaba diciendo que era equivocado ser diligentes y
cuidadosos acerca de nuestras responsabilidades. Cristo estaba diciendo que
debemos poner en orden nuestras prioridades. Las mujeres fueron llamadas a ser
discípulos de Jesús, así como lo fueron los hombres, y se esperaba que las
mujeres cumplieran sus responsabilidades espirituales, así como se esperaba lo
mismo de los hombres” (págs. 16, 17). Tener nuestro tiempo con Dios, durante un
tiempo especial cada día, como hábito para nuestro crecimiento y para
capacitarnos mejor.
En ese incidente, María puso un
mejor ejemplo que Marta. Pero James Borland nota que Marta debería ser
recordada también por otro incidente: “Más tarde, en otra visita de Jesús a
Betania, fue Marta la que fue enseñada por Jesús mientras María se quedó sentada
en la casa (Juan 11:20)…Marta dio una excelente confesión acerca de Jesús,
diciendo: ‘Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que
había de venir al mundo’” (Juan 11:27, NVI). (Recobrando la Masculinidad y
la Femineidad Bíblicas, 118). En lo personal, creo que Martha se merece su
reconocimiento como mujer esforzada, trabajadora, hacendosa y virtuosa. Podemos
aprender de Marta esa parte, aunque debemos recordar siempre que María fue
reconocida por Jesús como la mujer que eligió la mejor parte.
Una hija de Abraham
Cuando Jesús estaba enseñando en una
sinagoga, una mujer que había estado encorvada por 18 años entró y Jesús la
sanó (Lucas 13:10-13). El jefe de la sinagoga criticó a Jesús, pero Jesús
defendió Su acción, diciendo que la mujer era “una hija de Abraham” en el
sentido que era de la línea de Abraham, padre de la fe (v. 16).
Graham escribe: “Ante sus críticos
más venenosos, Jesús públicamente mostró Su preocupación y alta consideración
por ésta mujer, alguien a quien probablemente otras personas habían visto por
años, pasar a través de una lucha en su aflicción cuando venía a la sinagoga a
adorar a Dios. Alguien a quien ellos también podrían haber rechazado porque era
una mujer y estaba discapacitada” (v. 18). Al usar la rara frase “hija de
Abraham”, Jesús estaba recordando a las personas que las mujeres también
estaban entre los descendientes de Abraham y eran elegibles para las
bendiciones.
Juana y Susana
Graham escribe: “Algunas de éstas
mujeres—posiblemente viudas— tenían el control de sus propias finanzas. Fue
procedente de la propia generosidad de ellas que Jesús y Sus discípulos fueron
apoyados, cuando menos, parcialmente. Aunque Cristo trabajó con las tradiciones
culturales del primer siglo, Él ignoró las limitaciones que habían sido puestas
sobre las mujeres por la cultura de ellos. Las mujeres eran libres para
seguirlo y tomar parte en Su ministerio al mundo”.
Mateo 27:55, 56 también menciona que
“muchas mujeres…habían seguido a Jesús desde Galilea para cuidar de Sus
necesidades. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de
José, y la madre de los hijos de Zebedeo (Marcos 15:40 reporta que su nombre
era Salomé). Lucas 23:27 reporta que muchas mujeres de Jerusalén lo seguían
después de Su arresto, y Él se volvió a ellas y les enseñó, diciendo que
incluso peores tiempos vendrían para Jerusalén.
Mientras Jesús estaba en camino a
casa de Jairo, una mujer que había estado padeciendo de hemorragias por 12 años
lo tocó, y fue sanada (Marcos 5:22-29). Ella tenía miedo de que Jesús se
enojara (los rabinos normalmente evadían a las mujeres, especialmente las
impuras), pero Jesús no estaba enojado. Él dijo: “¡Hija, tu fe te ha sanado!”
(v. 34) —dirigiéndose a ella con una palabra de afecto y públicamente alabando
la fe de ella. Similarmente, Jesús no tuvo miedo de tocar a otra hija impura,
la hija muerta de Jairo (v. 41).
María Magdalena
Lucas nos dice que María Magdalena
tuvo siete demonios que fueron echados de ella (Lucas 8:2), pero María sería
mejor conocida como la primera en ver la tumba vacía, la primera en llevar la
buena nueva a los discípulos.
Graham escribe: “María es casi
siempre mencionada primero en la lista de las mujeres que fueron discípulos de
Jesucristo. Ella pudo haber sido una de las líderes de ese grupo de mujeres que
seguían a Jesús, desde el inicio de Su ministerio en Galilea hasta Su muerte e
incluso después. El Jesús resucitado se apareció primero a ella. Es irónico que
en un tiempo cuando las mujeres no podían ser testigos legales, Jesucristo
escogió a las mujeres como los primeros testigos de Su resurrección”.
Aunque los hombres huyeron para
salvar sus vidas, las mujeres fielmente siguieron a Jesús hasta la cruz (Mateo
27:55, 56), y María se sentó cerca mientras José de Arimatea ponía el cuerpo de
Jesús en la tumba (v. 61). María lideró a las mujeres que vinieron a ungir a
Jesús temprano el domingo por la mañana (Marcos 16:2), y un ángel les dijo que
Jesús había sido resucitado (v. 6). Entonces, ellas contaron la nueva a los 11
discípulos (Lucas 24:10).
Jesús se apareció primero a María
(Juan 20:14), y le dijo que se lo contara a los discípulos, lo cual ella hizo
(vv. 17, 18). Desde el nacimiento hasta la resurrección, las mujeres fueron una
parte importante del ministerio de Jesús.
Con
el relato de la breve historia de estas mujeres, que fueron ejemplos de
fidelidad en su época, quiero finalizar este estudio y animarte con algunas
recomendaciones.
1) A
pesar del sufrimiento, el rechazo, el dolor, el menosprecio, la injusticia,
siempre seamos fieles a Dios y a nuestros principios. Seamos fieles a la Palabra
de Dios.
2) Cristo
es nuestro hacedor, ayudador, nuestro consolador y muchas veces, aunque nos
sintamos heridas y rechazadas, solas, abusadas, busquemos reconfortarnos en
Dios. Aceptemos su consuelo.
3) Pase
lo que pase, sigamos adelante y tratemos de servir a los demás, sin acepción de
personas.
4) Siempre
hagamos bien, no dejemos de estar organizadas con nuestras posibilidades, aun a
pesar de nuestras necesidades, tengamos nuestro Tiempo con Dios, tiempo para
relajarnos, tiempo para compartir con otros, tiempo para ayudar, para producir
como podamos. Aportemos más allá de nuestras fuerzas.
5) Dios debe ser lo primero
en nuestra vida, aunque padezcamos por ser fieles y honrar a Dios e intentemos
mantenernos en pureza y santidad.
Recordemos
que somos especiales para Dios, aunque pasemos por circunstancias de dolor y no
lo entendamos, seamos fieles, hagamos el bien.
1) Hacer
alimentos para los necesitados y enfermos de la iglesia, nuestra familia y
nuestra comunidad
2) Hagamos
el bien, aconsejemos a las más jóvenes
3) Ayudemos
a que nuestro hogar, y nuestra iglesia estén en orden, si trabajamos, que
nuestro espacio sea especial y ordenado
1 ¡Oremos
a Dios para que nuestra vida sea completa, en santidad y amor. Animo!!! Oro por
ustedes mis lectoras y lectores, que Dios nos ayude a andar en orden, a tener
fe, aun a pesar de este confinamiento y Pandemia por el que estamos pasando. En
fe, lo vamos a superar.
Para
concluir, quiero dirigirme a las mujeres que no tienen a Cristo en su corazón,
que Dios las bendiga, que Cristo nazca en sus corazones y recuerda, confiesa
tus pecados, reconoce que Cristo murió por ti y pide la entrada de Cristo y Su
Espíritu Santo en tu vida. Busca una iglesia donde congregarte. Compra una
Biblia e inicia un estudio del libro de Juan y los Salmos. Estaré orando por
ti.
Estoy
altamente agradecida de Dios de permitirme producir y escribir y agradecida de
que seas parte de las mujeres que son bendecidas a leer mis estudios
compartidos en esta, mi página blog.
Hasta
el próximo estudio.
Evelyn Calcaño Cepeda /Consultora Educativa, M. Ed.
Master en Gerencia Educativa /Consejera Bíblica CertificadaMiembro del Equipo
FUNDACION VIVIENDO POR PRINCIPIOS Y FE
Santo Domingo, República Dominicana / Teléf. 829-968-9436
Página Mujer Verdadera - www.iglesiareformada.com
Blog: www.fundacionviviendoporprincipiosyfe.blogspot.com
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