Evelyn Calcaño Cepeda /Consultora Educativa, M. Ed.
Master en Gerencia Educativa /Consejera Bíblica Certificada
Miembro del Equipo
FUNDACION VIVIENDO POR PRINCIPIOS Y FE
Santo Domingo, República Dominicana
Página Mujer Verdadera - www.iglesiareformada.com
En este estudio sobre el tema arriba indicado, nos
centraremos en enfocar para superar situaciones difíciles y guardarse
emocionalmente. Mientras escribo y comparto este breve estudio, nos centraremos
en principios y convicciones y centrarnos con comprensión y empatía con los
demás e identificarnos con necesidades de otros, sin dejar de ocuparnos de
nosotros. Este estudio es para ayudar y reforzar el área emocional y académica. Dios nos llama a tener compasión, a ser misericordiosos, a trabajar en comunidad y a mantener la unidad familiar, unidad laboral y unidad en nuestra comunidad. Dios nos guíe y nos fortalezca. Que este estudio sea de bendición a su vida.
“Nadie es una isla, completo en
sí mismo”, escribió John Donne. Necesitamos de los demás y los demás
necesitan de nosotros. Las emociones ajenas nos afectan tanto como nuestras
emociones afectan a los demás. Esa profunda conexión emocional es lo que nos
fortalece, pero también nos vuelve más vulnerables.
De hecho, podemos correr el riesgo
de volvernos extremadamente dependientes del apoyo emocional que nos brindan
los demás. Por supuesto, es normal que de vez en cuando necesitemos que alguien
nos calme, consuele o anime; pero si eso se convierte en la norma y no somos
capaces de gestionar nuestras emociones, comenzaremos a depender de la
regulación emocional extrínseca.
¿Qué es la
regulación emocional extrínseca?
Las personas que nos rodean a menudo
desempeñan un papel clave para ayudarnos a gestionar nuestras emociones. Si
tenemos un proyecto importante por delante, por ejemplo, podemos sentirnos
ansiosos o irritados si sentimos que no avanzamos y se acerca la fecha límite.
En ese estado, a veces nuestros
intentos de gestionar esas emociones pueden ser infructuosos y terminan
generando más frustración. Entonces puede llegar nuestra pareja, darse cuenta
de que hemos entrado en un bucle destructivo, y ayudarnos a salir de él.
En ese caso, se ha producido una
regulación emocional extrínseca, un proceso a través del cual una persona
influye en el estado emocional de otra, de manera consciente y con un objetivo
preciso en mente. La persona que influye sobre el otro se denomina “regulador”.
Ni empatía
ni contagio emocional, la regulación emocional extrínseca va más allá
La regulación emocional extrínseca
no debe confundirse con la empatía ni con el simple contagio emocional, es un proceso
diferente en el que coexisten estas tres condiciones:
Intencionalidad. A
diferencia del contagio emocional, que se produce de manera automática y muchas
veces sin ser plenamente conscientes de esa transferencia de emociones, la
regulación emocional extrínseca implica una intencionalidad. El regulador tiene
el objetivo de influir en las emociones de la otra persona, es consciente de
que quiere cambiar ese estado de ánimo a través de sus acciones, ya sea animar a
alguien que se encuentra triste, por ejemplo, o calmarle si le nota enfadado.
Actuación. Podemos ser
empáticos con una persona, conectar con sus sentimientos y comprenderla, pero
eso no significa necesariamente que hagamos algo para mejorar su estado de ánimo.
En la regulación emocional extrínseca, al contrario, el regulador asume un
papel activo para influir sobre el otro. Puede ser desde un simple consejo o
una interpretación alternativa del problema hasta un abrazo que le transmita
confianza y seguridad.
Variaciones emocionales. La
regulación emocional extrínseca no se limita a mejorar el estado de ánimo de
las personas, animándolas cuando están decaídas o calmándolas cuando están
enfadadas. Este proceso también puede disminuir las emociones positivas o incluso
generar emociones negativas. Por ejemplo, un regulador puede aumentar nuestro
nivel de ansiedad para ayudarnos a cumplir con una fecha límite o reducir
nuestro entusiasmo en un proyecto muy arriesgado.
Por tanto, la regulación emocional
extrínseca no siempre tiene un efecto positivo. De hecho, también puede ser
usada para manipular emocionalmente a los demás. Por eso, siempre es un arma de
doble filo.
Los 5
errores más comunes que cometen los reguladores emocionales
Todos, en algún momento, hemos actuado
como reguladores de las emociones de los demás. Sin embargo, en algunos casos
podemos llegar a causar daños, aunque nos muevan las mejores intenciones del
mundo.
1.
No darnos cuenta de que esa emoción
es necesaria. Uno de los principales errores que cometemos al
intentar gestionar el estado de ánimo de los demás es no darnos cuenta de que,
quizá, esa emoción es necesaria en ese momento. Damos por sentado que todas las
emociones «negativas» son malas, aunque no es así. Por ejemplo, un poco de eustrés podría ser
justo lo que esa persona necesita para terminar un proyecto a tiempo, por lo
que si intentamos que se relaje, no la estaremos ayudando mucho. Eso significa
que debemos evaluar cuidadosamente los costos y beneficios de mantener la
emoción original en comparación con las ventajas o problemas que puede acarrear
la emoción que deseamos generar en su lugar.
2.
Elegir mal la estrategia de
influencia emocional. Para influir sobre el estado
emocional de otra persona, debemos plantearnos una estrategia, como puede ser
animarle a dar un paseo para que se relaje o alentarla a hablar para que libere
las emociones reprimidas. Sin embargo, si no acertamos con la estrategia,
podemos llegar a causar más mal que bien. Se ha demostrado, por ejemplo, que
hablar de un trauma apenas se sufre puede contribuir a que este se consolide en
el cerebro. Por tanto, una estrategia de influencia emocional burda puede
terminar siendo iatrogénica.
3. Supresión expresiva. Una de las
estrategias de regulación emocional extrínseca más dañina que a veces
utilizamos es la supresión expresiva, que consiste en minimizar el problema o
las preocupaciones de la persona a la que queremos calmar. Frases como “no
te preocupes, no es nada” pueden tener el efecto contrario ya que esa
persona no se sentirá validada emocionalmente, al contrario, el mensaje que
recibirá es que debe esconder sus emociones porque no son socialmente
aceptadas. Como resultado, es probable que se sienta más sola e incomprendida.
4.
Pensar que lo que es bueno para
nosotros, vale para los demás. A veces queremos ayudar a alguien,
pero no logramos despojarnos de nuestro egocentrismo. Creemos que las estrategias
que nos funcionan tendrán el mismo efecto en los demás. Pero no es así. El
hecho de que nos anime ir a una fiesta cuando nos sentimos tristes no significa
que esa solución sea válida para todos. Por tanto, si intentamos gestionar las
emociones ajenas sin ponernos en el lugar del otro y no nos preguntamos qué
necesita realmente, podemos terminar dañándole.
5.
Darnos por vencidos demasiado
pronto. La regulación emocional es un proceso complejo que a
menudo requiere tiempo. No podemos transformar la tristeza en alegría en un
abrir y cerrar de ojos, por lo que rendirnos demasiado pronto, después del
primer intento, es un error común que cometemos cuando intentamos ayudar a otra
persona.
¿Gestionas
tus emociones o dejas que otros las regulen?
Todos, en algún momento, necesitamos
ayuda para gestionar nuestras emociones. Cuando pasamos por una etapa
particularmente difícil, como una ruptura de pareja, la pérdida de trabajo o la
muerte de un ser querido, podemos necesitar a alguien que nos apoye y consuele.
Es normal.
Sin embargo, si llegamos a depender
casi exclusivamente de los demás para regular nuestros estados afectivos
tendremos un problema porque eso significa que no somos capaces de identificar,
comprender y/o regular nuestras emociones. Significa que no contamos con las
herramientas necesarias para gestionar nuestra vida interior.
Dejar la gestión de nuestras
emociones en manos de los demás, por tanto, nos abocaría a una dependencia emocional, de manera
que podemos llegar a sentirnos perdidos y confundidos sin esa persona que actúa
como nuestra ancla en medio de las tormentas. También podría dejarnos más
vulnerables a situaciones de manipulación emocional. Por eso, si bien la
regulación emocional extrínseca es un fenómeno normal y natural, debemos
asegurarnos de recurrir a ella solo en casos puntuales.
El
agotamiento que sufren los reguladores emocionales
La regulación emocional extrínseca
también puede pasarle factura a las personas que se ven obligadas a actuar como
reguladores emocionales de los demás. Estas personas deben cargar con el peso
de las emociones ajenas – además de sobrellevar las suyas – lo cual puede
provocarles un auténtico síndrome de desgaste por empatía.
Tener que estar pendientes de las
emociones del otro para ayudarle a gestionarlas de manera más asertiva puede
ser tremendamente agotador, sobre todo porque a la larga estas personas
terminan llevando sobre sus hombros responsabilidades que no les corresponden.
Por supuesto, eso no significa que
no debamos estar disponibles emocionalmente para ayudar a los demás, pero
debemos asegurarnos de que no se convierta en la norma porque a la larga, no
les estaremos haciendo un favor sino que les impediremos desarrollar sus
propios recursos de afrontamiento.
Alimentar esa dependencia no es
bueno para nadie, por lo que si realmente queremos ayudar, debemos ser capaces
de acompañar sin invadir y apoyar sin sustituir.
Fuentes:
-Nozaki,
Y. & Mikolajczak, M. (2020) Extrinsic emotion regulation. Emotion;
20(1): 10-15.
-Nozaki,
Y. (2015) Emotional competence and extrinsic emotion regulation directed toward
an ostracized person. Emotion; 15(6): 763-774.
-Hofmann, S. G. (2014) Interpersonal Emotion
Regulation Model of Mood and Anxiety Disorders. Cognit Ther Res; 38(5): 483–492.
Comentarios
Publicar un comentario