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SIENDO MAESTRAS DEL BIEN

Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” Tito 2:3-5

 

Antes de iniciar este estudio y de introducir el tema sobre lo que es una Maestra del Bien, quiero resaltar que hemos estado escribiendo y publicando sobre lo concerniente al Área Educativa y todo lo referente a la Comunidad Educativa, tomando en consideración el inicio de un nuevo año escolar, con el propósito de orientar a los padres y a las madres a animarse, a organizarse muy a pesar del tiempo de pandemia que hemos estado pasando por el Covid-19, que nos ha llevado a tener una educación On-Line.

Luego de este breve comentario de inicio, quiero iniciar este mensaje, sobre Maestras del Bien con varias preguntas:

 

¿Qué significa maestra?

Maestro se llama a la persona que brinda enseñanza, a la que enseña. Es una palabra de origen latino que deriva de magister o magis que significa “más”. También se utiliza el vocablo en referencia a una producción o una obra maestra que se caracteriza por sus virtudes. 

 

Maestro es la persona habilitada con los conocimientos y capacidad necesaria para impartir enseñanzas.

 

Pero también nos referimos con el término maestro, a quienes además de transmitir conocimientos técnicos, tienen un comportamiento ejemplar y un modo de vida conforme a la ética, tanto en lo humano como en lo profesional.


¿Qué significa la palabra “bien”, bondad, bueno?

 Una persona buena, es una persona que tiene bondad, desde el punto de vista moral.

Leer Tito 2:5

¿A quiénes debemos enseñar?

A las más jóvenes, a los niños, a otras mujeres de la misma generación, a las hijas y los hijos (en el caso de tenerlas y tenerlos). Si eres soltera, pero madura espiritualmente y formada profesionalmente, puedes enseñar a otras mujeres de diferentes edades y generaciones.

¿Cuáles son aquellas características de una maestra del bien?

·        Prudentes

·        Castas

·        Organizadas

·        Maestras del bien – con buen testimonio

·        Serviciales

·        Trabajadoras y esforzadas

·        No calumniadoras ni chismosas

·        Manifestar nobleza y bondad

·        Enseñar a otras sin reservas sino de buena voluntad

·        Otras

 

Aspectos importantes que debemos tener en cuenta al enseñar:

Sobre todas las cosas, tener disposición, ser humildes, enseñar sin reservas, sin envidias ni contiendas, no buscando nuestra propia gloria.

Debemos estar en constante oración y llenándonos de la Palabra de Dios.

En este tiempo y en todos los tiempos esforcémonos por ser Maestras del Bien.

 

Introducción:

La misión que tenemos las mujeres en este mundo, es forjar y educar al hombre. Tomando como significado la palabra “hombre”, no al género masculino, sino al hombre como género humano.

Creada fue la mujer por Dios; tomada y formada de la costilla de Adán; tan cerca de su corazón, que es por el hombre la más amada; representada en su madre, abuela, esposa o hija. Por haber sido formada del hombre, la mujer y el hombre estamos hechos para ser unidad, para complementarnos con sabiduría.

Según Martha Liliana Achury, Las manifestaciones de cariño, propios de la mujer, son una herramienta ideal en la formación de los lazos afectivos con cada uno de los miembros de la familia. Así logramos en un ambiente armonioso el positivo desarrollo físico, mental, sentimental, afectivo y espiritual de nuestra familia; enfocándonos en la principal necesidad de cada individuo. Es conveniente en este punto investigar el lenguaje de amor que se debe utilizar con cada persona.

 

Desarrollo del tema:

Como mujeres en el hogar, en nuestro espacio laboral y de preparación profesional, como mujeres en el ministerio debemos tener en cuenta lo siguiente:

Una maestra del bien es una mujer que edifica su casa con oración y obedeciendo la Palabra de Dios, lo cubre bajo oración y muestra de amor, orden, servicio y mucha planificación.

Los hombres construyen el mundo, organizan sociedades y establecen reglas; pero son las mujeres las que complementan a los hombres. Si el hombre es inteligencia y mente creadora, la mujer es intuición e inspiración; si el hombre es fuerza, la mujer es amor; la fuerza domina, el alma engrandece. En nuestras manos está encauzar esta fuerza, moldeándola con ternura, guiándola con amor para conseguir que desemboque en un hermoso fin, cual es la formación de valores y la realización del hombre y por consiguiente de nuestra casa, iglesia, comunidad y país.

Una Maestra del Bien es clemente como dice en Proverbios 31:8, 26, habla para ayudar y bendecir. Es una mujer de oración como mencionamos anteriormente, diligente y trabajo, pero de mucha oración.

 

Al continuar con nuestro desarrollo:

Veamos algunos puntos importantes que debemos tener en cuenta en cuanto a nuestra actitud al orar e interceder como Maestras de Bien.  

1.     Venga humildemente ante Dios - Venimos dándonos cuenta de nuestra profunda necesidad de Dios. Tenemos necesidades que nadie más puede satisfacer. Necesitamos la purificación de Dios por la Sangre de Cristo. Necesitamos el consejo, la guía y el consuelo del Espíritu Santo.

Necesitamos un corazón nuevo sin egoísmo que solamente Jesús puede crear en nosotras. Tenemos un hueco en nuestro corazón que sólo Dios puede llenar. Es un hueco con forma de Dios, así que vengamos humildemente al único que puede verdaderamente satisfacer nuestras necesidades más profundas.

2.     Sea persistente en oración - Manténgase siempre orando por su esposo, si es casada, por los padres si estamos en el hogar, por nuestros hermanos y familiares, por nuestros jefes en nuestro espacio laboral y por líderes en el ministerio. Efesios 6:18 dice que debemos orar siempre por los santos. Esta escritura está en el contexto de una batalla espiritual. Nuestra lucha en oración es contra fuerzas espirituales de maldad en los lugares celestiales. Hay una batalla invisible para nuestros ojos. Es el poder de la oscuridad que viene para robar y destruir. Necesitamos el poder sobrenatural de Dios para vencer. Ore para que su esposo sea protegido de la tentación. Ore por la relación de su esposo con Jesús. Ore para que sea cumplido el propósito de Dios en su vida. Ore para que él sea un buen padre y un buen líder espiritual en el hogar.

Oren por sus familiares, por sus jefes, por los líderes de la iglesia, que Dios obre en ellos y sean guardados del mal y que también puedan cumplir su rol, al cual Dios los ha llamado.

3.     Esté lista para ser la respuesta o una parte de la respuesta a oraciones de otros y al plan de Dios.

¿Está usted lista a actuar? Santiago 2:15 nos aconseja que la fe debe estar acompañada por la acción. “Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con que vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse”, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?.Esté preparada para ser las manos, los pies y la voz de Cristo para su esposo, su familia y en el ministerio. Dios usará nuestra oración intercesora para animarnos a las acciones cristianas. Él puede muy bien usarnos a nosotras como parte de la respuesta a nuestra oración y ser la respuesta a las oraciones de otros.

¿Está usted lista para ser amorosa cuando su esposo no lo es? ¿Estudia usted la palabra de Dios para encontrar sabiduría? ¿Está usted lista para perdonar como ha sido perdonada?

4.     Seamos mujeres que sirvamos a otros sin esperar nada a cambio y sin acepción de personas.

En muchas ocasiones queremos servir a quienes nos caen bien, a gentes que a nuestro parecer son atractivas y pueden beneficiarnos en algo, queremos servir en ministerios de renombre, pero si hacemos eso, no estamos cumpliendo con el mandamiento que registra La Palabra de que no hagamos acepción de personas. Debemos servir sin esperar, dar, bendecir, especialmente a los necesitados. A nuestro alrededor hay muchas personas que necesitan de nuestra ayuda, nuestra colaboración. Hay necesidades especiales en nuestra familia, en nuestro espacio laboral, en nuestra iglesia. Estemos pendientes de necesidades reales y genuinas  de otros  y estemos dispuestas a dar y servir. 

5.     Guardar nuestra lengua y ser discretas

 

Una de las cualidades que nos muestran las Sagradas Escrituras es la discreción dice Mateo que María guardaba todas las cosas en su corazón.

 

Nosotras debemos caracterizarnos por no ser escandalosas, ruidosas, ni calumniadoras. Debemos esforzarnos en saber guardar silencio.

Recuerda siempre: Una mujer sabia edifica su casa por medio de la oración y el servicio. Debemos estar enfocadas en Dios. Si Dios no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican.

La mujer madura espiritualmente debe bendecir a las más jóvenes

 

Una mujer madura bendice a una mujer joven,
cuando le ayuda a comprender sus circunstancias, le sirve y aconseja sin temor y está dispuesta a sacar tiempo para ella.

 

 

Podemos ayudar a la más joven a interpretar sus vivencias, por más difíciles que sean, dentro de los parámetros de alabanza y adoración. De esa manera estaremos fomentando la continua celebración que debe ejemplificar la vida con Dios.

Hay muchas oportunidades para que cada mujer madura, pueda ser una «Maestra de Bien» en las vidas de las mujeres jóvenes. En Lucas 1.39-56 leemos del encuentro entre Elizabet, una mujer mayor, y su pariente María, una mujer joven. María fue con toda confianza de prisa, donde la anciana, al saber que estaba embarazada siendo aún soltera. Podemos apreciar el recibimiento que le hace Elizabeth, no la juzga y le brinda el apoyo necesario en esos difíciles momentos para la  virgen y adolescente, que vivía en una cultura condenatoria y discriminatoria de la mujer.

Si como dice Tito en su carta las ancianas deben ser “Maestras del Bien” en relación a las mujeres jóvenes (Tit 2.3), es evidente que para las mujeres con madurez espiritual existen áreas de gran influencia que deben ser asumidas dentro de la iglesia y también en la sociedad. Pero si las mujeres maduras de nuestras congregaciones se están anulando frente a la tarea de «enseñar lo bueno» a las generaciones más jóvenes, hay un bloqueo sumamente serio en el fluir de bendición que Cristo desea para su Cuerpo.

El diccionario define la palabra «madurez» como: «El período en el que una persona alcanza la plenitud sin llegar aún a la vejez». A través de la historia de nuestra vida espiritual se acumulan errores, fracasos y dolores que nos han reprimido, pero igualmente las victorias y los avances que nos han edificado.

Hemos llegado a la plenitud de vida espiritual habiendo permitido que toda nuestra realidad haya sido procesada por el obrar de Dios en nuestras vidas. Maduramos espiritualmente cuando vivimos las experiencias cotidianas como seres espirituales, aprendiendo de Dios en especial a través de lo inesperado y lo traumático. El apóstol Pedro lo define en estas palabras: «El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele» (1Pe 1.7).

Conozco a muchísimas mujeres que han permitido que las pruebas y el sufrimiento en sus vidas sean transformados en oro. Considero que ellas son las mujeres que pueden servir de «Maestras del Bien» en nuestras congregaciones, en la familia (el hogar) en los espacios laborales. Su efectividad no depende para nada de las canas de su cabello, del sobrepeso, ni de las arrugas que se ven en sus caras. Tampoco depende de su intelectualidad, su estrato social u económico, ni del número de hijos que tenga. Su influencia radica en su madurez espiritual, algo que lograron a través de los años por haber permitido que Dios se glorificara en medio de todas sus vivencias, por más difíciles y dolorosas que fueran.

Podemos ayudar a la más joven a interpretar sus vivencias, por más difíciles que sean, dentro de los parámetros de alabanza y adoración. De esa manera estaremos fomentando la continua celebración que debe ejemplificar la vida con Dios.

Hay muchas oportunidades para que cada mujer madura, pueda ser una «Maestra del Bien» en las vidas de las mujeres jóvenes. En Lucas 1.39-56 leemos del encuentro entre Elizabeth, una mujer mayor, y su pariente María, una mujer joven. María fue con toda confianza de prisa, donde la anciana, al saber que estaba embarazada siendo aún soltera. Podemos apreciar el recibimiento que le hace Elizabeth, no la juzga, no actúa con egoísmo, y le brinda el apoyo necesario en esos difíciles momentos para la  virgen y adolescente, que vivía en una cultura condenatoria y discriminatoria de la mujer.

 

Una mujer madura actúa sin egoísmo, sin temor, actúa con amor, valor y respeto

 

Finalmente quiero compartir un breve comentario de: 

Jannice May
Banning, California

 

Durante nuestra conferencia de septiembre pasado, Anne Stapleton leyó un pasaje de La Biblia del Mensaje. Ese mensaje habló a mi alma. “¿Estás cansada? ¿Exhausta? ¿Cansada de la religión? Ven a mí. Ven conmigo y  recobrarás tu vida. Te mostraré como se toma un verdadero descanso. Camina conmigo y trabaja conmigo—mira cómo lo hago. Aprende los ritmos no forzados de la gracia. No te dejaré cargas pesadas o algo que te quede mal. Guarda tu compañía conmigo y aprenderás a vivir con ligereza y con libertad” (Mateo 11:28, traducido de La Biblia del Mensaje The Bible Message”)

Cuando las tormentas de la vida se abaten sobre nosotros y se dificulta el trabajo en la casa, en nuestro espacio laboral o en el  ministerio, o cuando surgen los problemas de salud, nuestro Escolta nos dice: “Ven a mí. Yo te conozco. Te quiero, yo te amo. Te sostendré, Te daré descanso.” Nuestro Escolta se asegurará de que nunca estemos solas. El siempre nos tratará con el más alto valor, respeto y honor.

 

Nuestra misión es “vivir y compartir el evangelio”, servir, orar.

Creeo en la unidad espiritual de todos los creyentes en nuestro Señor Jesucristo, creo que como mujeres debemos tener grupos de oración y estudio de la Palabra para sostenernos, para enseñar, para fortalecernos y para servir, apoyándonos mutuamente.

 

Las mujeres son prominentes en la historia de Jesús—nació de una mujer, tuvo numerosas interacciones con mujeres, usó a mujeres como buenos ejemplos en Su enseñanza, y fue visto primeramente por mujeres después de Su resurrección.Mujeres de Dios: Ana, María, María Magdalena, Ruth, Noemí, Esther, Rebeca, Elizabeth, Dorcas, Loida…otras.

 

Al finalizar quiero reconocer que algunas mujeres que aportaron para completar este mensaje que espero fielmente que Dios obre en los corazones de todas las que lo lean, que lo puedan compartir con otras y que seamos motivadas a servir sin temor, sin envidia ni contención, que sirvamos y aconsejemos con amor usando la valiosa herramienta de la verdad de la Palabra de Dios.

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Bendiciones en Cristo,


Evelyn Calcaño Cepeda

Consultora Educativa, M. Ed.

Master en Docencia y Gerencia Universitaria

Consejera Certificada

 

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